lunes, 29 de febrero de 2016

Mi semana fantástica


Este fin de semana estaba encantada preparando la maleta de mi hija para que pasara una semana esquiando con el cole. La famosa semana blanca. Como ella estaba emocionada de ir con sus amigas, y no con nosotros como siempre, yo estaba también feliz por ella, y por mí, porque no decirlo, ya que para mí sería, no la semana blanca, sino la semana fantástica. Ya había cogido mi agenda y había elegido un día para ir al cine con mi marido, con cenita incluida, no lo podemos hacer desde hace “siglos”,  otro para gastar el bono del masaje que me regalaron mis amigas para mi cumpleaños, que ya hace un par de meses y no he tenido momento alguno para ir, y eso que no son por falta de ganas y de necesidad, tengo la espalda destrozada;  y, también,  había pedido hora para una limpieza facial. Son de esas cosas que nunca tengo tiempo de hacerme, porque priorizo la depilación, los pelos se ven y queda feo, pero cada día me veo la piel más desgastada, me hago mayor,  y no paro de decirme a mí misma, voy a priorizarme un poco, pero no sé cómo y de qué manera, que  todo lo demás pasa siempre por delante. Mi marido no perdona sus espacios, su guitarra, sus conciertos, y sus salidas en bici, mientras yo tengo que atender el resto de cosas: la casa, los encuentros de mi hija con una amiga u otra, o inventarme planes que nos gusten a las dos, y así ir pasando el fin de semana. Por lo tanto,  esta semana fantástica pintaba de lo mejorcito, encontraría por fin mi espacio,  PERO, y siempre hay ese pero aterrador, el sábado por la noche mi hija se empezó a encontrar mal, y no le hice mucho caso. Nunca se pone enferma, lo juro por lo que más quiero que es ella, y pensé que serían los nervios, pero al acercarme la noté muy caliente y mis alarmas se dispararon, creo que hasta se me pusieron los pelos de punta: No puede ser, ha cogido fiebre tan pocas veces, ni de bebe en la guardería, que no me lo podía creer, y  empecé a cagarme en Murphy. Le coloqué el termómetro y estaba casi a 39. Desesperación total de ella, porque peligraba su aventura, y desesperación total para mí porque peligraba también la mía. Y así fue, fin de semana en casa con fiebres altas, y pensando que quizás el lunes estaría bien, pero no ha sido así. Mi castillo de naipes caído, y además hoy la que está en cama y a 38 soy yo, que tampoco caigo nunca, pero quizás viene todo provocado por la misma desilusión. La niña se queda sin su excursión preferida, y yo con la semana del revés, sin canguro, porque está de viaje, coincidiendo que no teníamos niña, y con todos mis planes de ensueño, como siempre, en la lista de espera. Ley de Murphy, pero juro, en plan Scarlett O´Hara, en LO QUE EL VIENTO SE LLEVO, que buscaré la manera de tener mi semana fantástica, porque sé que la merezco. Como casi todas las que trabajamos, somos madres y además queremos estar bien.

2 comentarios:

  1. Pobre chica BomBon...Estas son las aventuras de madre!

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  2. Jajajaha anims!!!!! a cuidar-se!!! El bono te 1 any per cadudar. Muaaaa

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