miércoles, 23 de septiembre de 2015

El mini short


Entro en una tienda de ropa de deporte porque ahora que el ejercicio forma parte de mi vida y todavía hace calor, me faltan pantalones cortos. Nunca me han gustado mis piernas, y nos las enseño si no es necesario, pero creo que un pantalón no apretado a media pierna me solventaría los problemas de calor y además no tendría que enseñar demasiada carne.
Mi sorpresa es que no deben de existir las deportistas con mal tipo, todas deben de ser perfectas para entrar en unos shorts que a mí me cuesta hasta que me pasen del tobillo. Entro en 5 tiendas, y en todas lo mismo.
Estoy desesperada, ninguna marca deportiva piensa en una mujer normal, ya no digo en las gorditas, porque por lo que veo, o van con chándal largo todo el año y mueren de asfixia o no tienes pantalones porque este short  tan pequeño, tan minúsculo, que yo no me atrevo ni a probármelo.
En caso de que consigas subirlo, si tienes trasero, aunque sea sólo un poco, y la pierna ancha, ya te queda peor que matar a un padre. Esta es la realidad. Ya sabemos que el deporte ayuda a que te quede un cuerpo 10, pero antes debes practicarlo, y mucho, y a poder ser vestida. Y todas tenemos derecho a poder hacer deporte sin hacer el ridículo, porque somos mujeres normales, y a mucha honra.
Pero yo sigo sin pantalón, y lo único que he encontrado son unos piratas bombachos a media pierna que desentonan un montón con los mini shorts y faldas de todas las demás. Pero lo tomo como tiempo de inversión para moldear piernas, y quizás el año que viene poder meterme en esos minis pantalones. O en este periodo de tiempo confío en que alguien diseñará unos para las mujeres del planeta que tenemos pierna y trasero, que debemos de ser muy pocas, visto lo visto, pero que estoy segura de que arrasaríamos con quien nos hiciera sentir bien.

Palabra de mujer con trasero y pierna ancha.

martes, 15 de septiembre de 2015

Buenos propósitos



Septiembre es uno de los meses de los buenos propósitos, igual que enero.
Empieza el curso y las propuestas de buenas intenciones son muchas.
1. Me apuntaré a inglés, lo tengo oxidado y lo necesito.
2. Dejaré de fumar.
3. Empezaré definitivamente la dieta.
4. Iré al gimnasio dos veces por semana mínimo.
5. Buscaré mi espacio…

La verdad es que la lista es larga, y el tiempo limitado. El año pasado conseguí de las 10 cosas que me propuse, una: ir al gimnasio.

Y este año, la lista sigue siendo de 10 cosas, pero creo que sólo podré hacer una, ¡que será mantener ir al gimnasio como el año pasado!

Seamos realistas, mejor afianzar que prometer lo que no se puede cumplir.

Quizás en enero, iré por la segunda de la lista… pero de momento, mantenerse o morir, ¿verdad?

viernes, 11 de septiembre de 2015

La labor de forrarlo todo


¿Alguien me explica cómo usar el aironfix?

Nunca he sido manitas, lo confieso, pero forrar los libros con aironfix era un trauma, que veo que sigo teniendo, ya que en el colegio han pedido que los libros vayan bien forrados para entrar en el programa de reutilización, y no hay manera de que me queden lisos.

Cuando no se arruga abajo, se arruga arriba y si no empieza una línea que va creciendo, y encima con relieve, en medio del libro. Todo delata mi torpeza. Vuelvo a empezar ochenta veces, con cuidado, con calma, pero de nuevo esos bultos horribles. Y mis nervios cada vez más a flor de piel. ¡Lo dejo, mañana me saldrá mejor!

¿Pues sabéis quién ha forrado los libros al final?

Mi marido, porque mi crisis nerviosa con el aironfix iba in crescendo y estaba en juego tener que comprar otro libro de matemáticas porque el no-todavía-forrado estaba ya para el desguace...

Ha sido una lucha: el aironfix o yo.


Y ha ganado él.

lunes, 7 de septiembre de 2015

¡Maldita rentrée!



Cuando en agosto empezaba a ver los escaparates con la ropa de otoño, abrigos, camisas de manga larga, y botas, pensaba que nunca llegaría el momento de volver a la rutina. Los días de playa, sol y chiringuito no son eternos, lo sabía, pero mi mente pensaba todavía falta, todavía queda, si no piensas en el tiempo, pasará menos rápido...

Pero el mes de agosto se agota, como todos, y  llega a su fin,  dejando paso a la rutina: horarios, trabajo, reuniones, libros, material escolar, extra-escolares, canguros, y hacer un organigrama familiar para sobrevivir a la vida real.

La nevera llena de post-it e imanes con listas para que la cabeza vuelva a su sitio y no olvidarse nada. Lo primero que pienso, honestamente es: ¡Horror, no  quiero, no puedo! Pero justo después de esta negación contundente, de niña pequeña, recapacito y recuerdo lo que siempre decía mi padre cuando terminaba el verano y empezaban los anuncios de la vuelta al cole: Lo bueno tiene que acabar para que vuelva a empezar.

¡Es verdad, mente positiva, y a pensar en las cosas buenas! Confieso que me cuesta, pero al final, la rutina es  necesaria para todos.

O al menos eso queremos creer, para no deprimirnos más.

Quizás estar siempre disfrutando de no hacer nada  sería demasiado aburrido y no sabríamos apreciarlo, pero cuatro semanas, por no decir tres, que son lo que hace la mayoría, son pocas vacaciones con lo que se trabaja todo el año.

Esto es así.

Y la famosa vuelta al  cole ya era un infierno de pequeñas y eso que teníamos tres meses, pues de mayor… ya vemos que no se pasa, persiste y sigo arrugando la nariz cuando septiembre asoma por la ventana.
Sin embargo, a conformarse toca, recomiendo coger lápiz y papel para colgar una lista más en la nevera, si cabe, y apuntar las cosas positivas que pueden ocurrir en otoño, como comprarse ropa nueva, volver a ver esa serie preferida en la tele, que los niños se vayan a dormir pronto (¡qué descanso!), que el calor baje y podamos descansar mejor. 


Así es la vida, vuelta a la rutina y siempre es mejor con una sonrisa,  y por qué no con esos zapatos que has visto y de los que te has enamorado. 

jueves, 3 de septiembre de 2015

¿Qué hago montada en esta bicicleta otra vez?


¿Qué hago yo aquí?


Lunes. 8:30 de la mañana y estoy ya subida en mi bici de spinning. No tengo ganas, me da pereza, y mi cabeza sólo piensa en las mil cosas que tengo que solucionar en la oficina, pero es mi momento, el momento que me da fuerza para después lidiar con el día a día, y más ahora que es la vuelta al trabajo y todo se hace muy pero que muy pesado.

Es verdad que el ejercicio ayuda, a pesar que mi cabeza sigue pensando, y me pregunta:

¿Qué hago aquí si esto no es que me encante?

Y mi lado positivo contesta:

Rebajar esas piernas, y ese pandero.

Es verdad, me dice mi interior, ahora la gente empieza notar el esfuerzo de todo el año, montada cada lunes y miércoles en esta bici, la número 20, así que no puedo fallar, he de seguir y  luchar con esta máquina y  pedalear a no sé cuantos IRPM para llegar a lo que manda el profe, no guapo pero sí motivador.

Pero mientras lucho con la carga, y ese puntito más, vuelvo a pensar:

¿Esto vale la pena? Tengo mil problemas que solventar en la oficina, y este año tampoco he podido ponerme biquini a pesar de que he hecho deporte todo el curso como una jabata.

Y mi lado positivo vuelve a la carga y me dice:

Los problemas del trabajo los solventaras mejor después de esta clase que genera endorfinas a tope y saldrás con un humor diferente, y además el bañador te quedaba mejor que nunca, lo han notado.

Entonces  empieza la canción de Enrique Iglesias, que me encanta, y pedaleo más fuerte, sudo lo que no está escrito y me repito, ¡venga, que se nota!,  es verdad que el bañador quedada algo mejor que otros años, además me entran esos tejanos negros que  tenía que abrocharme haciendo mil acrobacias estirada en la cama, y después no podía ni sentarme, sin esperar que el botón saliera volando en cualquier momento; y  como colofón, saldré “zen” para afrontar esas llamadas, los 300 mails de la bandeja de entrada, y las visitas de trabajo que no pueden esperar ni a que me ponga al día, después de las cuatro semanas de vacaciones, porque ya necesitan saber con urgencia qué hay de lo suyo.

¡Maldita rentrée!

Casi que necesito hacer adaptación, como hacen con los niños en la guardería, pero nuestra vuelta es ahora y ya, no hay tregua. Así que empiezo a cantar la canción Bailando,y  pedaleo a tope sin pensar más hasta que la clase termina.


He aguantado, aunque no sé todavía cómo,  y bajo de la bici feliz. Un reto más conseguido, ahora queda todo el resto de día, pero es verdad que lo encaro con una sonrisa y unas calorías menos, que eso siempre es de agradecer.