Qué divertido es un encuentro de amigas para hacer cualquier cosa, pero si además es para mirar un catálogo de lencería francesa sexy en una tarde de verano asfixiante de calor, es todavía más divertido.
Quedamos
en mi territorio. Era para hacer un favor a una conocida y monté yo el
tinglado. Lo sé, no sé decir que no. Intenté que todo estuviera en su sitio, saqué
coca-cola zero y zumos, y algunas patatas y olivas para que fuera todo más
ameno. Pero al llegar la vendedora, se cubrió la mesa de conjuntos de bragas y
sujetadores de lo más sexy, de todas las tallas y copas, y lo demás ya no
importó.
Confieso
que yo no sé ni que talla uso, pero la mayoría de ellas lo tenían claro: 90
copa B, 85 copa A. Lo mismo pero con push up, pero tampoco demasiado... Ahora
me pruebo el verde esmeralda, y yo un básico. Y otra las braguitas con
puntilla, aunque de precio son caras.
Todo
un desmadre, en mira que fue complicado estar atenta a la compra, pero lo importante
fueron las risas. Y lo mejor, ¡cuando salieron las fajas! Había una estilo
Bridgett Jones, que me hizo pensar en que, si no me hubiera pasado el año
matándome haciendo spinning y zumba durante la semana, y pádel los domingos, sería
la mía. Así que aunque mi talla no es la de una modelo, he visto que todo
esfuerzo tiene una recompensa.
Cuando
se acabó todo, todavía sonreía.
Las
bragas Bridgett Jones ya no forman parte de mi vida.
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