Este fin de semana hemos celebrado
13 años de casados. No me lo puedo creer, han pasado 13 años y aun digo más,
llevo 17 años viviendo en pareja. Los primeros años lo celebrábamos a lo
grande, fines de semana románticos en hoteles junto a la playa y cenas a la luz
de las velas. Siempre caía un detallito y eran momentos-isla que digo yo de
todo, en los que recordamos momentos increíbles de nuestra relación. Con 13
años a las espaldas, los niños, el trabajo, los casales, la logística, el día a
día, la celebración va perdiendo un poco de glamour. Pero hay que resistirse a
ello, así que organicé un fin de semana en la playa, él y yo solos, sin niños,
en un hotel que de romántico no tiene nada, pero no está nada mal, frente al
mar. Ha sido un fin de semana de confidencias y de bici….sí señores, mi marido
desde que ha cumplido los 40 se ha aficionado a la bici, así que no va a ningún
sitio sin ella. Vaya que es el Rey de la wikiloc y allí donde vamos,
hay rutas maravillosas y, por qué no, románticas para ir en BTT. Así que con el
tiempo no sólo ha cambiado todo, si no nuestra visión de pasar un fin de semana
romántico. Yo tumbada en la playa con un buen libro y él haciendo el cabra en
una bicicleta que le ha costado un riñón…¡Ah! Y reservando habitación para 3,
que cuando el recepcionista del hotel vio que mi marido se subía la bici a la
habitación, flipó. Suerte que no me hizo dormir en el garaje, ¡por ahí no paso
seguro!
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