Ha empezado el verano y los
niños están felices por tener tiempo libre y poder tener unas largas
vacaciones. Los adolescentes tienen las hormonas a mil por hora; los chicos,
con tupés y Bermudas, y las chicas, con unos pantalones tan cortos que parecen
inexistentes, se pasean ya por los pueblos de la costa en busca de sus
espacios, y muchas, de su primer beso. Sé que suena romántico, y ahora los
adolescentes van de otro palo, pero yo con mis cuarenta y tantos me acuerdo del
primer beso como si hubiera sido ayer. De mi primer amor, intenso, pasional, y
del que siempre guardo un recuerdo cariñoso.
El primer amor es especial por
muchas cosas, y divertido, porque nada es como esperabas. Ese beso de película
cuesta más de lo que parece, y lo que viene después cuesta más, y muchas veces
a la primera no sale como lo habías soñado o visto, pero con la práctica todo
se aprende y se disfruta más. Hemos de ser realistas; los amores de las
películas no existen, pero tú puedes vivirlo de la mejor manera posible, para que tu amor deje siempre huella.
Ahora, el primero es siempre el primero, igual que el elegido. Y ojito con los
amores de verano, que también son de los que dejan mella. ¿O no?
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