lunes, 7 de septiembre de 2015

¡Maldita rentrée!



Cuando en agosto empezaba a ver los escaparates con la ropa de otoño, abrigos, camisas de manga larga, y botas, pensaba que nunca llegaría el momento de volver a la rutina. Los días de playa, sol y chiringuito no son eternos, lo sabía, pero mi mente pensaba todavía falta, todavía queda, si no piensas en el tiempo, pasará menos rápido...

Pero el mes de agosto se agota, como todos, y  llega a su fin,  dejando paso a la rutina: horarios, trabajo, reuniones, libros, material escolar, extra-escolares, canguros, y hacer un organigrama familiar para sobrevivir a la vida real.

La nevera llena de post-it e imanes con listas para que la cabeza vuelva a su sitio y no olvidarse nada. Lo primero que pienso, honestamente es: ¡Horror, no  quiero, no puedo! Pero justo después de esta negación contundente, de niña pequeña, recapacito y recuerdo lo que siempre decía mi padre cuando terminaba el verano y empezaban los anuncios de la vuelta al cole: Lo bueno tiene que acabar para que vuelva a empezar.

¡Es verdad, mente positiva, y a pensar en las cosas buenas! Confieso que me cuesta, pero al final, la rutina es  necesaria para todos.

O al menos eso queremos creer, para no deprimirnos más.

Quizás estar siempre disfrutando de no hacer nada  sería demasiado aburrido y no sabríamos apreciarlo, pero cuatro semanas, por no decir tres, que son lo que hace la mayoría, son pocas vacaciones con lo que se trabaja todo el año.

Esto es así.

Y la famosa vuelta al  cole ya era un infierno de pequeñas y eso que teníamos tres meses, pues de mayor… ya vemos que no se pasa, persiste y sigo arrugando la nariz cuando septiembre asoma por la ventana.
Sin embargo, a conformarse toca, recomiendo coger lápiz y papel para colgar una lista más en la nevera, si cabe, y apuntar las cosas positivas que pueden ocurrir en otoño, como comprarse ropa nueva, volver a ver esa serie preferida en la tele, que los niños se vayan a dormir pronto (¡qué descanso!), que el calor baje y podamos descansar mejor. 


Así es la vida, vuelta a la rutina y siempre es mejor con una sonrisa,  y por qué no con esos zapatos que has visto y de los que te has enamorado. 

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