lunes, 1 de febrero de 2016

Carnaval, carnaval…



He llegado a casa temprano, un día lo he conseguido, y estoy contenta. Dejo todos los trastos, siempre voy cargada como una mula, y saludo a mi peque que está haciendo deberes en la mesa de la cocina y me dice que este año se van a disfrazar de Arcoiris, que ya están preparando el famoso carnaval, y me entrega un papel con unas instrucciones que a mí me suenan a chino. Y le pregunto inocente de mí: cariño, ¿esto lo vais a hacer en el colegio verdad? Y me contesta que solo una parte, que lea bien ese papelito maldito donde tengo que conseguir pantalones blancos, en pleno invierno, camisa blanca o camiseta, por suerte aquí dos opciones, y una tela de medidas exactas de color determinado para hacer un faldón que tape una parte de la cintura y la mitad de la pierna, aparte de diferentes cintas de colores que cuelguen de los hombros. Lo leo y lo releo, y la única conclusión que saco es: ¿Cómo voy a hacerlo? No tengo ni idea de coser, ni de dónde ir a comprar lo que me falta, ni cuándo.  Así que de arcoíris, no podía ser un disfraz sencillo como de vaquero o pirata, tenía que ser de arcoíris, que no es complicado ni nada. No sabéis como temo el carnaval porque cada vez el disfraz es más difícil, y más innovador, siguiendo la bonita idea  del  DO IT YOURSELF, que con un niño de once años quiere decir que se espabile tu madre, y yo arrugo el maldito papelito, y corro a llamar a mi madre para que me consuele y me diga que me lo hará ella, porque si no la que vera el Arcoíris seré yo, para poder hacer el maldito disfraz a tiempo. Y eso que hoy había llegado de buen humor...

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