lunes, 30 de noviembre de 2015

Insomnio


¡Hoy no puedo dormir!

No lo entiendo porque estoy agotada, pero mi cabeza no deja de pensar en lo que tengo que hacer mañana, en que la nevera está vacía y tengo que encontrar un hueco para el súper, en que tengo que pedir hora al dentista para una limpieza bucal, pero nunca es el momento idóneo.
Intento poner la mente en blanco porque son la una de la madrugada y sigo sin pegar ojo, pero ¿alguien puede decirme cómo se pone la mente en blanco? Lo intento, pero no me sale. Para mí es imposible. Enciendo la luz, y me levanto hacia la nevera pensando que un vaso de leche me irá bien, dicen que ayuda a dormir. Espero que quede leche, porque no he ido al súper y estamos bajo mínimos, pero por suerte hay una botella a medias. La caliento un poco y  me la bebo con calma, para que me entre sueño, y dentro de mí, el gusanito demoniaco que hay en mi cabeza, intenta convencerme de que, si comiera algo, como una galleta, o una magdalena, acompañaría bien y quizás dormiría más rápido, y eso ya sé que no lo dicen ni lo recetan, pero como siempre estoy a dieta, el estómago también se queja y entre unos y otros no me dejan quizás coger el sueño.

Abro el armario para buscar ese pecado capital, y al abrir la caja donde guardamos la poca bollería que compramos, por suerte, la encuentro vacía.  Mi primera reacción  es mala, con las ganas que tenía de mojar algo en la leche para que me salvase de este insomnio, así que con rabia, y ruidos en la barriga, cierro la caja de golpe,  me acabo el vaso de leche enfadada conmigo misma por no haber ido al súper y con los demás por devorar siempre lo bueno y no dejar ni las migajas y apago la luz de la cocina. Me meto en la cama, y después de varias vueltas, derecha-izquierda, mi cabecita vuelve a atacar y me digo a mí misma: mejor no haber encontrado nada de picar, porque si ahora ya no duermo, si hubiera comido algo, seguro que no hubiera dormido nada pensando que todo eso iba directo al trasero y el gimnasio de esa semana y la siguiente no hubieran servido para nada… Así que después de la buena conclusión, y sin saber cómo, ya ha sonado el despertador. El no comer, me dejó roque, ¿o fue la leche?


Lo que ha sido la leche es no pecar, así podré pesarme sin remordimientos de conciencia cuando me toque, y dormir tranquila.

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