¡Hoy no puedo dormir!
No lo entiendo porque estoy agotada, pero mi cabeza no deja
de pensar en lo que tengo que hacer mañana, en que la nevera está vacía y tengo
que encontrar un hueco para el súper, en que tengo que pedir hora al dentista
para una limpieza bucal, pero nunca es el momento idóneo.
Intento poner la mente en blanco porque son la una de la
madrugada y sigo sin pegar ojo, pero ¿alguien puede decirme cómo se pone la
mente en blanco? Lo intento, pero no me sale. Para mí es imposible. Enciendo la
luz, y me levanto hacia la nevera pensando que un vaso de leche me irá bien,
dicen que ayuda a dormir. Espero que quede leche, porque no he ido al súper y
estamos bajo mínimos, pero por suerte hay una botella a medias. La caliento un
poco y me la bebo con calma, para que me
entre sueño, y dentro de mí, el gusanito demoniaco que hay en mi cabeza,
intenta convencerme de que, si comiera algo, como una galleta, o una magdalena,
acompañaría bien y quizás dormiría más rápido, y eso ya sé que no lo dicen ni
lo recetan, pero como siempre estoy a dieta, el estómago también se queja y
entre unos y otros no me dejan quizás coger el sueño.
Abro el armario para buscar ese pecado capital, y al abrir
la caja donde guardamos la poca bollería que compramos, por suerte, la
encuentro vacía. Mi primera
reacción es mala, con las ganas que
tenía de mojar algo en la leche para que me salvase de este insomnio, así que
con rabia, y ruidos en la barriga, cierro la caja de golpe, me acabo el vaso de leche enfadada conmigo
misma por no haber ido al súper y con los demás por devorar siempre lo bueno y
no dejar ni las migajas y apago la luz de la cocina. Me meto en la cama, y
después de varias vueltas, derecha-izquierda, mi cabecita vuelve a atacar y me
digo a mí misma: mejor no haber encontrado nada de picar, porque si ahora ya no
duermo, si hubiera comido algo, seguro que no hubiera dormido nada pensando que
todo eso iba directo al trasero y el gimnasio de esa semana y la siguiente no
hubieran servido para nada… Así que después de la buena conclusión, y sin saber
cómo, ya ha sonado el despertador. El no comer, me dejó roque, ¿o fue la leche?
Lo que ha sido la leche es no pecar, así podré pesarme sin
remordimientos de conciencia cuando me toque, y dormir tranquila.
No hay comentarios:
Publicar un comentario