¡Qué difícil
es saberse controlar!
Todo el día
arriba y abajo. Reuniones, marrones de trabajo, la lista de la compra, el
partido del niño, el regalo de cumpleaños de la fiesta del sábado… Me paro un
momento delante del espejo y grito: ¡ya no puedo más!
Delante del
espejo se aparece mi otro yo, con los pelos de punta, las ojeras hasta los
pies, y me dice “estamos fuera de control, pero hazte una coleta, píntate un
poco, tendrás mejor cara, y respira hondo tres veces. Ya verás como todo lo
veras diferente”.
Lo hago. Pelo
recogido, anti ojeras, colorete y rímel, media sonrisa porque me veo mejor.
Miro el reloj: las 16.30h, tengo que salir corriendo porque el niño sale a las
17h y además toca dentista, después extraescolar de fútbol y comprar la verdura
para la noche. Salgo pitando del baño, y en el espejo se queda la de la coleta
y el rímel. Yo soy la de los pelos de punta otra vez, al estilo mamá Simpson,
pero al menos con una sonrisa en la cara porque como el cuento de Blancanieves,
el espejo espejito dice la verdad, y la realidad es esta y la he elegido yo.
Así que
adelante y a por ello, con una sonrisa, y aunque despeinada, porque con el
casco de la moto no me cabe la coleta, llegaré a todo y mañana será otro día,
quizás igual de estresante, pero empezaré respirando tres veces hondo, pintada
y con coleta. Ya veremos cómo acabo, pero lo importante es llegar.
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