lunes, 20 de junio de 2016

Se van de campamentos


La semana pasada los peques se fueron de campamentos con el cole, dos días y una noche. Llevas todo el curso esperando este momento. Una noche libre para poder salir, ir al cine, ir a cenar, hacer lo que quieras sin obligaciones. No te lo puedes creer y por fin ha llegado el momento y tus hijos te miran estupefactos porque no entienden por qué tú estás más eufórica que ellos. Preparas con gran ilusión la mochila, sin dejarte nada. Vas a tope marcando la ropa, calcetines, ropa interior, pijama, todo marcado sin saber mucho de qué va a servir porque pérdidas las vamos a tener seguro. Pero eso no importa, sólo piensas en esa noche libre, vas pensando los restaurantes que hace 10.000 años a los que no vas, te anotas revisar la lista de pelis que echan en el cine, que no pisas des de hace unos años a no ser que estrenen Ungry Birds o Frozen 35. Mañana es el día y no puedes esperar. Te vas a dormir agotada pero pensando en todo lo que vas a hacer en “LA NOCHE”. Ya sé, es una noche, pero da igual, es una noche sin niños. Pero la realidad es dura y te da en la frente, porque para empezar sales de trabajar a las tantas por culpa de un marronazo que te cae encima, y cuando llegas a casa no puedes con tu alma. Has perdido la tarde pero queda la noche, ahora no le vas a fallar a tu marido, está en juego tu matrimonio, por fin una noche para volver a ser pareja. Hay cine, empiezan a las 21h así que como un cohete, te restauras como puedes con la brocha, te enfundas los vaqueros y al cine. La peli la ha escogido él, claro, tú no has tenido tiempo, y una vez sentada te das cuenta que te vas a tragar X MEN Apocalipsis. Bueeeeeno, es lo que hay. Al cuarto de hora se te cierran los ojos y tu lucha por mantener la atención es terrible. Pegas más cabezadas que tu abuela delante de la peli de Antena 3 el domingo por la tarde. Termina tan tarde que lo único que quieres es llegar a casa, tumbarte en la cama y dormir. Pero como es LA NOCHE hay que cenar, da igual donde, ni el qué, la cosa es cenar fuera. Acabáis comiendo unas tapas en una terracita, con vuestro vino, vuestro tiempo para charlar y os dais cuenta que sois monotema. Solo habláis de ellos, los que no están pero llenan vuestros días y cuando no están, os dejan un poquito de vacío. LA NOCHE ya ha pasado y por fin mañana los verás de nuevo. 

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