Me encanta el buen tiempo, da
buen rollo, calor, terrazas, colores vivos, los días más largos... esta semana
apunta a que ya podemos confirmar que ha llegado el verano, y después del
invierno que hemos pasado, que no nos engañemos ha sido de risa, una primavera
lluviosa y ventosa, esperemos que el verano nos traiga sol y calidez. Todo muy
bonito y hasta aquí todo suena genial, pero se acerca también ese momento
temido, el momento de la verdad, lo inevitable...hay que probarse los biquinis.
El año pasado aproveché alguno
del año anterior pero este año no puedo escaquear, habrá que ir de compras. Y
es que a mí ir de compras me encanta, pero a principios de junio, comprar
biquinis es de lo más desagradable que hay. Todavía blanca, sin color alguno,
sin haber terminado la dieta, y con algún pelillo de más, debes probarte las
braguitas y el sujetador, en un probador de 2x2, con una luz horrible,
aguantando la cortina para que la gente que espera no te vea las chichas....ay
madre, ¡Qué pequeñito es esto y cuanta carne tengo para esconder! ¡Suerte que
están de moda las curvis! Bueno, eso
dicen y a mí me encanta creerlo.
Pues, eso, no se puede
retrasar mucho más, hay que ser fuerte, armarse de valor y si tienes tiempo
depilarse y... a por ello, objetivo de esta semana; comprarse un biquini, que
con un poco de imaginación, puedes hacerte una idea de cómo te quedará cuando
estés bronceada, con los 3 quilos que te faltan por perder y en una playa de
arena blanca, bajo un sol brillante y acompañada de las risas de tus amigas
mientras disfrutas de tus vacaciones.
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