Este fin de semana nos hemos
quedado en Barcelona, la verdad es que prefiero cuando nos vamos de fin de
semana a la casa que tenemos en la montaña... así desconecto mucho más, pero,
también, lo confieso, para no tener que ver el gran desorden de mi casa. Los
días de cada día ni lo veo, vamos todos tan a piñón que no soy consciente de
que mi casa parece un campo de batalla, pero el fin de semana... Un zapato
fuera de lugar, los juguetes de la niña repartidos por cualquier rincón de la
casa, un guante de bici de mi marido, dibujos infantiles sobre la mesa, piezas
de las sorpresas de los kínder en todas partes.... parece imposible que tengas
una ayuda dos veces a la semana, y que vivas en una leonera.
Cenando con una amiga lo
comento desesperada, ya no sé qué hacer,
y me confiesa que ella ha aplicado el método de Mary Kondo y su famoso
libro La magia del orden. Incrédula, la miro, y me cuenta que si no ordenas no
existes, que con el orden a tu alrededor empiezas a vivir de verdad, que jamás
debes hacer una bola con los calcetines, que des las gracias a ese vestido que
era entallado y ahora ya no es tu talla (acéptalo que ya no va a volver a
entrar) y te indica que lo tires a la basura. Después de escuchar la esencia de
la filosofía Kondo pienso que la mujer se haría el harakiri si entrase en mi
casa, estoy convencida, pero aun así le daré una oportunidad, y hoy mismo
compraré el libro, me empaparé de sus premisas, y pronto os cuento si lo he
conseguido y la magia del orden ha cambiado mi vida. Quizás así la próxima vez
que me siente en el sofá no me clavaré las mancuernas en el culo.
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