Hoy llueve, me he despertado
con dolor de cabeza, y aunque es domingo no estoy de buen humor. Sin embargo
mientras me estiro y hago un poco el remolón, pienso que mi pareja, al cual no
le gusta dormir, como a mí, y lleva ya una hora levantado, me habrá preparado
un buen desayuno: zumo de naranja recién exprimido, café con leche al punto,
como a mí me gusta, y quizás ha ido a buscar algún croissant de mantequilla, a pesar de que sabe que no quiero abusar,
por eso de la operación biquini, y mis neuras
con que viene el verano y no me quedan bien esos pantalones blancos del año
pasado. Sin embargo pienso que un día es un día. ¿No?
Así que me levanto, pensando
sobretodo en ese croissant, y me
encuentro la mesa parada, pero con café con leche y sacarina, pan integral y
pavo, y cereales de avena. ¿Dónde está mi croissant?
Él me sonríe y me dice, que como esta semana ha sido dura, y le he repetido mil
veces que no debía pasarme con la dieta, ha pensado que lo mejor era empezar
desde hoy mismo a no hacer "extras" y a comer bien para que esos
famosos pantalones blancos entren sin problemillas. La ira me iba subiendo del estómago
hasta la garganta, pero él ha seguido y me ha propuesto ponemos ropa de deporte
y salir a correr un ratito, porque así no hay excusas, porque eso de empezar
los lunes desde hace ya dos meses, es leyenda urbana, y me ha recordado que
estamos a mayo, y que después vendrá el drama del biquini. Creo que me he
puesto hasta colorada, pero he tenido que tragar quina, junto la avena, como
los pollos, y un trocito de pavo, y en boca cerrada no entran moscas ni na de ná.
Maldito domingo, solo me lo
hubiera salvado el croissant, o un
buen polvo, pero ahora me toca cerrar el pico y salir a correr, y eso me pasa
por hablar. Eso de los kilos, no lo vuelvo a verbalizar, os lo prometo, porque
él se lo ha tomado al pie de la letra, y espero que ni se le ocurra decirme
nada más, porque por hoy ha sido ya too
much.
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