Lo he probado varias veces,
pero no hay manera. No me gusta esquiar. Ir a pasar frío, ponerse unas botas
incomprensibles con las que no puedes andar y que te aprietan el tobillo de tal
manera que después tienes hasta agujetas, de la compresión. Otro tema es el
atuendo, y vaya tema. Yo soy mujer curvy, por tanto me puedo ir olvidando de
los pantalones arrapados, que me quedan como el culo, por tanto sólo puedo
elegir mono entero, color lo más oscuro posible, pero con el que tampoco me veo
bien porque parezco el muñeco Michelin, dado que debajo no me vale solo con una
camiseta térmica, soy demasiado friolera, por tanto con tanta ropa debajo, y
mis curvas, ya os lo digo, el Michelin se queda corto.
Una vez lo tienes todo puesto,
que cuesta ya lo suyo, viene lo que dicen que es divertido. Subir en marcha en
un telesilla, con esquís incluidos ya puestos en los pies, con esas botas que
te dejan el pie sin circulación sanguínea, y se pretende, que sin caerse, subas
con tres personas más al telesilla, que sube en altura, y no me hace puñetera
gracia, por tanto si tienes vértigo es un hándicap más en la dulce jornada, y
sin que nada se te caiga; ni guantes, ni gafas, ni cintas, ni los maravillosos
palos, que sin ellos, ya me dirás después como bajas. Subir no es fácil, pero
normalmente pasas la prueba, y tensionado para que nada se te caiga en el
trayecto del telesilla, van viendo el final,
cuando tienes que bajar, porque si no el telesilla da la vuelta y puedes
pasarte el día en plan tiovivo. Por
tanto, aunque por un momento pienso que mejor no saltar y dar otra
vuelta, los amigos de telesilla empiezan a subir la protección, que también da “yuyu”, y prefiero cerrar los ojos y saltar pensando
que no haya nadie un poco más abajo, porque me lo como. Resbalando a tope para
que la silla no me dé un golpetazo en el trasero, y con los palos en plan
banderilla, intento mantenerme en pie sin meter el palo en el ojo a nadie, y
esto es solo el principio. Ahí empieza todo. Bajadas enormes, llenas de gente,
y con los famosos remontadores que te arrastran hasta más arriba de la pista
para que puedas bajar con más pendiente. El tele-arrastre es también de lo más
cómodo, te lo colocas en la entre-pierna y te arrastra, literalmente
empujándote desde el culo, siempre que consigas mantener el equilibrio, que los
esquís no se crucen, y hagan que caigas de bruces enganchada en esa percha, con
una mano, comiendo hielo a punta pala
porque vas arrastrándote por el suelo, sin que nadie pueda ayudarte, y con la
otra mano manteniendo los dos malditos palos, que son la salvación de poder
bajar después. Ya lo veis todo muy
fácil. Y ya no os cuento como consigo bajar hasta bajo porque ni con cuña en
plan triángulo de los bermudas, consigo mantenerme en pie.
En resumen, lo he intentado
pero no es lo mío, cada uno debe reconocer sus límites, así que prefiero
quedarme sentada en la terraza tomando el sol, y que me quede la marca de las
gafas, eso sí, moreno nieve, que es lo mejor, para mí, de un día esquí. Así que
hoy mismo, pongo a la venta todo el material en Wallapop y a otra cosa
mariposa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario