Me he levantado
temprano porque tengo una larga lista de cosas que hacer, a pesar de que sea
sábado, y creo que aprovechando el día lo puedo encajar todo, pero las horas
vuelan y a mi cada vez me cuesta más coger el ritmo. Estamos ya en octubre y no
entiendo que todavía este pendiente el pantalón de deporte para el cole, el
forro de algún libro, y el chándal para hacer fútbol extraescolar, que a estas
alturas no ha llegado todavía la talla que he pedido. Además me toca ya hacer
la compra del mes, y no sé cuando encajarla, porque cada vez me da más pereza,
pero a mi marido no le gusta hacerla por internet, así que todavía vamos los
dos lista en mano y llenando el carro a tope, y creo que hasta la gente nos
mira raro, pero cada uno tiene sus manías.
Me hubiera gustado levantarme más tarde, desayunar en
familia, y no tener que ir a toque de silbato,
pero no lo he conseguido todavía ni un día, desde que llegamos de las
añoradas vacaciones.
¿Este ritmo infernal es el que me toca toda la temporada
otoño-invierno?
Porque no quiero ni pensar que será así todo el curso,
porque me plantó ya mismo. Después de cuatro sábados de vida
"normal", porque hasta que los niños no van al cole no somos personas
normales, me niego en rotundo a seguir así. No sé si comprarme algún libro de
autoayuda para la gestión del tiempo, a ver si me enseña a aguantar este
comienzo, o encerrarme con el ordenador y hacer un Excel de organización
familiar para todo el año. Porque lo que no puede ser es que todavía vaya
derrapando, y además no tenga tiempo ni para la pelu, ni la depilación, ni para
mirar un triste escaparte de moda otoñal, porque antes va todo lo demás, y aún levantándome
a las 8h un sábado, no me da la vida.
Hoy ya es un mensaje de SOS: ¡necesito otras vacaciones, y
sólo ha pasado un mes!
Volando, se ha pasado el mes volando.
Y no quiero pensar en cuanto queda para Navidad.
¡Buf!
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