Ya llega la fiesta de Halloween. A mí nunca me
ha gustado, pero cada vez más esta fiesta americana se impone en nuestras
ciudades y en las escuelas, que piden a los padres colaboración para hacer un
disfraz de esqueleto, fantasma o bruja. También comprar una calabaza, vaciarla
y decorarla, al puro estilo yanqui.
Esa misma
semana tengo cuatro reuniones, un viaje de ida y vuelta a Madrid y no sé de dónde
sacar el tiempo para hacer manualidades, que además nunca ha sido lo mío. ¿Y si
lo compramos hecho en los chinos? Pienso en voz alta, y oigo la vocecita de mi
hijo diciéndome: "mami, no vale, te descuentan puntos si no lo haces en
casa". Por tanto, debo encontrar una solución, como siempre, y rápida.
Suerte que mi abuela y mi madre todavía tienen arte y les pido por favor que me
localicen una sábana vieja y ayuden al peque a hacer un disfraz original de fantasma, mientras yo voy al mercado, que
está al lado de la oficina y le pido a la frutera de confianza una calabaza
redonda, no de las largas, para vaciarla cuando llegue de Madrid, y le aviso de
que pasaré mi marido a recogerla, porque yo estaré en el AVE volviendo del
corto e intenso viaje, soñando con la maldita calabaza, las pepitas y como
hacer esos dientes afilados.
El AVE es
bastante puntual así que llegare sobre las 23h, y como no tengo ni hambre,
podré abrir la calabaza mientras me tomó un vaso de leche para conciliar el
sueño ¡porque vengo con los nervios a flor de piel y soñando con la maldita
calabaza! Pero mi sorpresa al llegar es que sobre la mesa de la cocina está la
sábana blanca con dos agujeros, y la calabaza vacía riendo con una dentadura
perfecta, y debajo de la misma una nota de mi hijo donde escribe: “mamá, el
disfraz no es original pero los agujeros son míos, y la calabaza la ha vaciado
la frutera, ya sabes que es amiga, y con papá hemos hecho los dientes como
hemos podido, por tanto los dientes también son
"made in home". Tendremos puntos y tú puedes ya descansar. ¡Buenas
noches!”. Me río, y resoplo, porque si ahora tenía que ponerme hacerlo, en vez
de una calabaza con cara y dientes, no sé que me hubiera salido, así que
agradezco la colaboración de todos, me tomo el vaso de leche con la calabaza de
compañera y pienso: “Odio Halloween, pero nos ha hecho trabajar en equipo, y
eso es bueno. Mañana más”.