¡La botella! |
Me he levantado a la
misma hora de siempre. Es julio, pero los horarios estrictos no cambian. Tengo
que dejar al peque en el campus de verano, que está mucho más lejos que el
cole, y llegar al trabajo on time. Por lo tanto, a las 7h suena el
despertador y arriba con el chip ya puesto de ducha, arreglarse, hacer la cama
y tomarme las pastillas, casi tantas ya como las abuelas, porque ente las
vitaminas, porque, si no, no llego a fin de julio ni de coña, el aceite de
onagra, eficaz para mil cosas y natural, el diurético para la retención de
líquidos, me viene de familia, y las pastillas contra manchas solares, que se
acercan los días de playa, son unas cuantas, y pienso que mejor tomármelas en
casa, que si alguien me ve tomármelas con el café en el bar habitual, ¡se
asusta seguro!.
Sin embargo, pasar de
los 40, tiene sus hándicaps, y cuidarse es básico. Así que voy a la nevera para
llenarme un buen vaso de agua, con tanta pastilla, se necesita casi un barreño,
y como siempre la botella está casi vacía. ¡No me lo puedo creer! La llené
ayer, y antes de ayer, ¿pero nadie más puede guardar la botella llena en la
nevera? Parece ser que no, y los minutos de la mañana son sagrados, todavía
queda despertar al peque e ir diciéndole, vístete, haz la cama, lávate los
dientes. Así que cojo la garrafa, a toda prisa y como puedo (no sé por qué la
compramos de 8 litros si no la puedo ni arrastrar) y lleno la botella haciendo
equilibrios, porque pesa, es incómodo y como soy bajita no veo bien la medida
del embudo. Y como las prisas no son buenas, y ser baja, la mayoría de las
ocasiones, tampoco, al menos para llenar
la botella, me paso de frenada y no veo que el agua que hay en el embudo es
demasiada y se desparrama por el mármol.
Saco el embudo, lo
guardo y respiro. Cojo la bayeta, seco el agua y respiro.
Me tomó el vaso de agua lleno hasta arriba con todas las pastillas, y respiro.
Miro el reloj, no tengo tiempo ni de respirar pero pienso, no pasa nada, comodiría Serrat “hoy puede ser un gran día”, aunque él supongo que no encontraba
siempre la botella medio vacía en la nevera.
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