lunes, 12 de septiembre de 2016

Volver a los horarios


Suena el despertador a las 6.30 am ¡No me lo puedo creer! Llevo 4 semanas con los horarios del revés y de repente debes volver a la rutina, a mirar el reloj continuamente. Empieza la carrera: ducha, desayuno, despierta a los niños, gritos, vuelven los "va cómete la maldita galleta que el autocar se marcha", la sensación terrible de que no llego a nada. 

Ahí te das cuenta que llevas una vida como si fueras Josef Ajram, en la que no hay límites, creemos que podemos con todo, y PODEMOS: Preparar las mochilas, los extraescolares, organizar los horarios de recogida, el trabajo, las reuniones pero sin prescindir del gimnasio, que después del verano empiezas con una energía digna de los triatletas, los encuentros con las amigas para poneros al día después de las vacaciones e ir de compras a buscar algo ya de nueva temporada para animarte con la vuelta al trabajo... Sin embargo el ritmo trepidante hace que el día a día sea duro y exigente, y esperes, casi de rodillas, un kit-kat, las primeras vacaciones, que son ya las de Navidad y día que pasa, respiras más hondo, y más hondo, hasta que parece que no te queda aire, y viene el parón de la recuperación. Mientras recuerdas esos días en que el reloj se vuelve un instrumento inútil, que tienes tiempo de todo, de charla, de piscina o playa, de leer ese libro que te ha enganchado, de preparar una comida especial, de ir en bici, jugar al pádel o/y al tenis... En serio, las vacaciones son lo mejor del año, y volver al reloj, a los horarios y las prisas seguro que no es tan malo, algo bueno tiene que haber, pero ahora mismo lo único bueno que me viene a la cabeza  es la ilusión con la que espero el próximo verano, o las primeras vacaciones donde podamos volver a poner un poquitín el freno de mano, porque antes de empezar a tope, ya sabemos lo que va a venir. Así que me pongo en el iPod la canción de la película Madagascar, para animarme: YO QUIERO MARCHA, MARCHA. Y hacía adelante con todo.

lunes, 5 de septiembre de 2016

¡A por la operación turrón!


Llegó el momento de la verdad, no lo puedo retrasar más, aunque me he cuidado durante el verano y he intentado hacer deporte, reconozco que me he pasado con los mojitos y los gin-tonics, he picado de más, he salido a cenar, he merendado algún día, y no precisamente fruta, y me he permitido caprichitos gastronómicos… Así que la dietista va a estar contentita cuando me suba a la báscula este jueves.

Ahora me siento un poco culpable pero mientras ha durado el libre albedrío me he repetido mil veces que la vida está para vivirla, que después de trabajar largas jornadas, nos merecemos unas vacaciones sin restricciones, y que ya sufrimos demasiado para estar pensando si te puedes o no tomar esa magdalena de chocolate que te está llamando des del escaparate de la pastelería. Pero hay que contárselo a la dietista, que has tirado por la borda las 16 semanas de dieta… 16 semanas en las que tenías que perder 10 kg y solo perdiste 7… y que ahora cuando echemos cuentas quizás sean 4… También se lo tendremos que contar a nuestro marido, que toda la ropa que compraste antes de verano, que te quedaba monísima con 7 quilos menos, ahora quedará como fondo de armario, pero fondo fondo, y te ves obligada a hacer una incursión de urgencia a las tiendas para no ir apretujada en los pantalones. Mira, no hay mal que por bien no venga, 3 quilos más se traducen en una tarde shopping estupenda. La mejor manera de concienciarse que hay que volver a ponerse a dieta YA. ¡A por la operación turrón!

lunes, 29 de agosto de 2016

Volver al cole, al trabajo, a la dieta...


Se acabaron las vacaciones. Sé que debemos estar felices… tenemos trabajo, además es un trabajo que nos gusta, así que no nos vamos a quejar ahora… pero a mí lo que me da pereza es el volver y saber que no vas a cambiar nada de lo que te has propuesto para este nuevo curso. Llevo años de buenas intenciones, y luego, nunca consigo realizar ni una. En verano tienes tiempo de pensar que no quieres llegar siempre tarde a todos los sitios, así que te organizarás y dirás no. Te planteas que te vas a reservar un espacio para ti, lo necesitas, que este año el gimnasio va a temblar cuando te vea en la puerta, te lo tomarás todo de otra manera y eso sí, la operación biquini la empiezas el 1 de septiembre, y ya verás el verano 2017, será EL VERANO, porque este ya ha pasado.

Así que volver significa intentar no cometer los errores cometidos en el anterior curso y ¿Cómo se hace eso? Pues ni idea, llevo años intentando cambiar y es imposible y eso que en vacaciones cultivo mi lado zen a toda castaña, pero cuando piso de nuevo Barcelona, creo que mi lado zen decide quedarse de vacaciones hasta el siguiente agosto, así que mi otro lado y yo nos lanzamos a la aventura de la vuelta al cole, al trabajo, a los horarios, a la dieta, al estrés. ¿Qué le vamos a hacer?

lunes, 22 de agosto de 2016

Amigos del verano


Cuando era pequeña veraneábamos 15 días en un pueblo de playa y 15 días en la montaña. Cada año lo hacíamos igual. Yo envidiaba la posibilidad de mantener a estos amigos todo el verano y los fines de semana. Yo llegaba y sólo disfrutaba de ellos 15 días. Pero qué 15 días… Pasaba todo el año pensando en esos 15 días, en volver a verlos a todos, pensando que quizás el invierno y la distancia habrían enfriado nuestros lazos… pero era llegar, y como si nos hubiéramos visto ayer por la tarde. En verano todo es más fácil, vives intensamente un mes de agosto de calor, confidencias, primeros amores, ilusiones y sueños que seguramente nunca se cumplirán, pero bajo el sol y con las risas de tus amigos todo parece posible. Cuando se acaban las vacaciones, los amigos desaparecen, hasta el año siguiente.

Cuando creces, pasa un poco lo mismo, hay amigos que sólo son amigos de verano. Durante las vacaciones parecen amigos del alma, te ríes con ellos, organizas cenas, excursiones, planeas diferentes cosas con ellos y disfrutas intensamente de su compañía. Pero cuando llega el final del verano se diluyen las promesas de vernos durante el invierno, porque todos tenemos nuestras vidas organizadas y es muy complicado cambiar las rutinas. Y el año pasa tan rápido que no te das ni cuenta, y vuelves a estar en chanclas esperando tomarte un mojito con tus amigos y ponerte al día después de un año.

Son los amigos del verano, tan necesarios como todos los amigos. 

lunes, 15 de agosto de 2016

La aventura es la aventura


Veranito, cuerpos al sol, paellas y fideuás a punta pala con los amigos, a los cuales se les ocurren las ideas más variopintas para hacer cosas diferentes. Ya pasados los 40, necesitamos experiencias, y nada más especial que ir un fin de semana a hacer deportes de aventura. Nunca, nunca, he sido deportista, sin embargo desde los 40, voy al gimnasio religiosamente; lo necesita el cuerpo pero, sobre todo, la mente, y me he enganchado al pádel de una manera inexplicable. Pero de eso a tirarme por un puente atada de los pies, o hacer barranquismo por el río, hay un abismo, y nunca mejor dicho. Sin embargo, la aventura es la aventura, y todos son muy valientes y dicen que sí a todo, sentados en la silla del chiringuito. Ya me gustará verles cuando lleguemos al campo de "batalla". Pero no me queda otra que acompañarles e intentar no parecer la más miedosa del lugar, la madre poco enrollada. Así que intentaré hacer de tripas corazón y al menos subirme a las tirolinas más bajitas que encuentre, sin intentar gritar mucho. Así que, bermudas del Decathlon de color verde y camiseta de tirantes a lo Rambo, que es lo mejor que haré, en este fin de semana aventurero donde, quizás, descubriré una parte de mí escondida o la abandonaré para siempre.

lunes, 8 de agosto de 2016

Tema de mangueras en verano



La conciliación no existe. Que nos lo digan ahora en vacaciones, que los niños tienen que ir al casal a hacer vela, fútbol, pádel o tenis, mientras nosotros trabajamos. Este mes de julio, he querido combinar las cosas, y he decidido trabajar a distancia para que el peque pueda estar cerca del mar, hacer el casal con sus amigos del verano y vivir unas vacaciones más parecidas a cuando nosotros éramos pequeños y pasábamos des de San Juan hasta la vuelta al cole en el pueblo en el que veraneábamos. Era perfecto, tanto, que incluso tenía tiempo de aburrirme. ¡Cómo cambian las cosas!

Al estar sola, mi marido solo baja y sube dos veces por semana, me he dado cuenta que hay cosas, pocas, de las que dependo de mi marido. Sobre todo en el tema de las mangueras, y no bromeo. Dado que para regar la terraza no he sabido colocarla bien y he regado a medio vecindario, además de dejar la ropa tendida, y ya casi seca, otra vez más mojada que si hubiera salido de debajo de la tormenta perfecta. Y cuando pensaba que eso era todo, he ido a poner gasolina en el coche y otra manguera que me ha dado problemas y me he pasado casi cinco minutos para poner 40 euros, o salía demasiada gasolina o no salía, por tanto, otra manguera que me lo ha puesto complicado en medio de la solana que caía. Así que estar fuera y trabajando a distancia solo tiene cosas buenas, dado que he podido disfrutar de más calma, a pesar de tener que seguir trabajando, he podido estar más tiempo y de calidad con mi hijo y he aprendido a usar todas las mangueras habidas y por haber. ¿Qué más quiero?

lunes, 1 de agosto de 2016

La maleta para el verano

Tiempo de hacer la maleta. ¡Nos vamos de vacaciones! Mariposas en el estómago porque siempre me ilusiona esta semana que todavía no ha empezado. Piensas en todo lo que vas a poder hacer, en cómo vas a descansar, en las salidas con los amigos, en esas noches de verano donde no se mira el reloj. Sin embargo, vuelvo a la realidad en el momento de hacer las maletas, que no entiendo por qué cada año me prometo lo mismo y no sé cómo hacerlo: "No me voy a llevar nada más que lo justo". Pero empiezo a llenarla como si me fuera tres meses a la Conchinchina, y me voy a un pueblo de la costa a 40 km de Barcelona, que es de lo más estupendo y hay de todo. Además, por las mañanas voy en biquini y por las tardes vestida de deporte, por lo tanto, esos vaqueros blancos, el vestido rosa (que morena queda de lujo), y la camiseta de tirantes negra para una cena de estas donde quieres estar mona, solo te las puedes poner algún día, y si cabe, dado que nuestras vacaciones son de playa por la mañana y deporte saludable por la tarde, o playita de nuevo, antes de caer el sol. Por lo tanto, ¿para qué tanta ropa de vestir? Pues la respuesta es por si acaso. ¿Os suena? Y las que somos mamás no os cuento cómo va la maleta del niño, porque el por si acaso con los peques es para todo. Por si llueve, por si se mancha, por si hace frío, y muchos más que diríamos todas. Por lo tanto vuelvo a tener a mi marido con cara de perro y diciéndome que para el próximo año alquila una furgoneta para irnos tres semanas aquí al lado, pero nos vamos con una maleta para cada uno de la familia y llena hasta los topes. No tengo remedio, a pesar que lo intento, os doy mi palabra.

lunes, 25 de julio de 2016

Necesito vacaciones


En julio parece que las cosas deberían ser más tranquilas. Siempre me pasa igual, hago una lista de “buenos propósitos” para el mes de julio, cosas que no puedo hacer durante el año; ordenar el despacho, hacer limpieza de ropa de los armarios, poner en orden las fotos de todo el año, preparar bien cosas del trabajo que se quedan enterradas por los incendios del día a día… Y nunca, nunca, nunca lo consigo. Lo más triste es que no aprendo y que sigo haciendo las listas interminables pensando que voy a conseguirlo, que llegará un mes de julio que podré hacer todo lo de la lista. Y encima estoy agotada… Ya no puedo más, ya no tengo pilas, y eso que las que llevo son las del maldito conejito Duracel!


Lo peor es que creo que llevo escrito en la cara que ¡NECESITO VACACIONES! Y es que es verdad, la semana pasada la psicóloga cuando abrió la puerta y me vio se me quedó mirando con cara de pena y me dijo esa frase que a mí, no sé a vosotras, me mata; “Uy que mala cara haces, ¿te encuentras bien?”. Pues no, señora, no me encuentro bien, necesito cambiar los tacones por unas hawaianas, el traje por el biquini, aunque me quede como el culo, y tirar el móvil por la ventana como el anuncio de lotería... Y es que julio se acaba, no he hecho nada de lo que me he propuesto y llevo escrito en la frente que ¡Necesito vacaciones!

lunes, 18 de julio de 2016

El primer amor de verano



Ha empezado el verano y los niños están felices por tener tiempo libre y poder tener unas largas vacaciones. Los adolescentes tienen las hormonas a mil por hora; los chicos, con tupés y Bermudas, y las chicas, con unos pantalones tan cortos que parecen inexistentes, se pasean ya por los pueblos de la costa en busca de sus espacios, y muchas, de su primer beso. Sé que suena romántico, y ahora los adolescentes van de otro palo, pero yo con mis cuarenta y tantos me acuerdo del primer beso como si hubiera sido ayer. De mi primer amor, intenso, pasional, y del que siempre guardo un recuerdo cariñoso.

El primer amor es especial por muchas cosas, y divertido, porque nada es como esperabas. Ese beso de película cuesta más de lo que parece, y lo que viene después cuesta más, y muchas veces a la primera no sale como lo habías soñado o visto, pero con la práctica todo se aprende y se disfruta más. Hemos de ser realistas; los amores de las películas no existen,  pero tú puedes vivirlo de la mejor manera posible, para que tu amor deje siempre huella. Ahora, el primero es siempre el primero, igual que el elegido. Y ojito con los amores de verano, que también son de los que dejan mella. ¿O no?

lunes, 11 de julio de 2016

Bendito casal



Pues sí, se acabaron las escuelas y las mamis y los papis del siglo XXI se las tienen que ingeniar para seguir trabajando, pero pensando que van a hacer con los niños este mes de julio. Realmente tenemos una vida muy complicada ¿eh? Los niños acaban el colegio el 21 de junio y vuelven el 12 de setiembre y entre todas las tareas que tienes en tu cabecita, tienes que pensar qué vas a hacer con ellos estos casi tres meses sin cole. Algunas con suerte tienen súper abuelos, dispuestos a quedarse los niños cada día, en el pueblo, en la casa del campo o en la de la playa. Pero esto son las afortunadas y ricas que tienen segunda residencia. La mayoría nos vamos a conformar con el casal de cole, que vale una pasta, pero es cómodo, y no hay que inscribirse con una App, ni dar los datos, ni otra contraseña para seguir la plataforma online para saber lo que van a desayunar, comer y hacer cada minuto del casal.  Sí, cierto, siempre hay la que su niño va a ir a un casal que es tecnológico y su hijo de 7 años va a terminar haciendo un robot multifunciones, o la que lo lleva a un casal de aventuras y su hijo se va a parecer más a Calleja que a nadie a finales de julio, o la que factura los niños a un casal multilingüe en el que los monitores son chinos, americanos e indios arapahoes. Pero desengañémonos, necesitamos un casal donde los niños pasen el rato mientras nosotras trabajamos todo el mes de julio para pagar el dichoso casal. ¿Dónde han quedado los veranos en los que las mamis se iban a la playa con los niños? A veces, me siento un poco engañada…

lunes, 4 de julio de 2016

Fin de semana romántico



Este fin de semana hemos celebrado 13 años de casados. No me lo puedo creer, han pasado 13 años y aun digo más, llevo 17 años viviendo en pareja. Los primeros años lo celebrábamos a lo grande, fines de semana románticos en hoteles junto a la playa y cenas a la luz de las velas. Siempre caía un detallito y eran momentos-isla que digo yo de todo, en los que recordamos momentos increíbles de nuestra relación. Con 13 años a las espaldas, los niños, el trabajo, los casales, la logística, el día a día, la celebración va perdiendo un poco de glamour. Pero hay que resistirse a ello, así que organicé un fin de semana en la playa, él y yo solos, sin niños, en un hotel que de romántico no tiene nada, pero no está nada mal, frente al mar. Ha sido un fin de semana de confidencias y de bici….sí señores, mi marido desde que ha cumplido los 40 se ha aficionado a la bici, así que no va a ningún sitio sin ella. Vaya que es el Rey de la wikiloc y allí donde vamos, hay rutas maravillosas y, por qué no, románticas para ir en BTT. Así que con el tiempo no sólo ha cambiado todo, si no nuestra visión de pasar un fin de semana romántico. Yo tumbada en la playa con un buen libro y él haciendo el cabra en una bicicleta que le ha costado un riñón…¡Ah! Y reservando habitación para 3, que cuando el recepcionista del hotel vio que mi marido se subía la bici a la habitación, flipó. Suerte que no me hizo dormir en el garaje, ¡por ahí no paso seguro!

lunes, 27 de junio de 2016

Gusto a verano



Hemos celebrado la entrada del verano, este fin de semana ha sido largo, y el olor a mar, sol, playa y verano nos inundan, y volver a trabajar después del puente cuesta. Sin embargo ha sido  divertido preparar la fiesta a pesar de que odio los petardos, y la noche de San Juan se inunda de los mismos, y la verdad es que ese día, no sé quién tiene más miedo si los pobres perros, que lo sufren mucho, o yo. Es una celebración de amigos, que se come coca de diferentes gustos, la cual ataca de lleno a la recta finalísima de la operación biquini, pero tenerlas delante y cerrar el pico es casi imposible. Y todo mojado con un buen cava remata una buena noche, de inicio de verano entre fuegos artificiales, de toda clase, dado que también es una noche de amor, donde empiezan las parejas veraniegas, que se esconden detrás de las barcas para besarse por primera vez. Es bonito, y me da hasta envidia, porque vivir en pareja tiene muchas cosas buenas pero el gusanillo de los primeros besos a escondidas, y con pasión, casi solo los vives una vez. Y si no sigues algunos consejos de las parejas ya experimentadas, la magia puede desaparecer pronto. Así que aunque la noche mágica ha pasado y volvemos a la realidad de golpe,  nos quedamos ya con ese gusto a verano que nos va traer buen rollo seguro, y ritmo sabrosón. A disfrutarlo, y si es en pareja, mejor.


lunes, 20 de junio de 2016

Se van de campamentos


La semana pasada los peques se fueron de campamentos con el cole, dos días y una noche. Llevas todo el curso esperando este momento. Una noche libre para poder salir, ir al cine, ir a cenar, hacer lo que quieras sin obligaciones. No te lo puedes creer y por fin ha llegado el momento y tus hijos te miran estupefactos porque no entienden por qué tú estás más eufórica que ellos. Preparas con gran ilusión la mochila, sin dejarte nada. Vas a tope marcando la ropa, calcetines, ropa interior, pijama, todo marcado sin saber mucho de qué va a servir porque pérdidas las vamos a tener seguro. Pero eso no importa, sólo piensas en esa noche libre, vas pensando los restaurantes que hace 10.000 años a los que no vas, te anotas revisar la lista de pelis que echan en el cine, que no pisas des de hace unos años a no ser que estrenen Ungry Birds o Frozen 35. Mañana es el día y no puedes esperar. Te vas a dormir agotada pero pensando en todo lo que vas a hacer en “LA NOCHE”. Ya sé, es una noche, pero da igual, es una noche sin niños. Pero la realidad es dura y te da en la frente, porque para empezar sales de trabajar a las tantas por culpa de un marronazo que te cae encima, y cuando llegas a casa no puedes con tu alma. Has perdido la tarde pero queda la noche, ahora no le vas a fallar a tu marido, está en juego tu matrimonio, por fin una noche para volver a ser pareja. Hay cine, empiezan a las 21h así que como un cohete, te restauras como puedes con la brocha, te enfundas los vaqueros y al cine. La peli la ha escogido él, claro, tú no has tenido tiempo, y una vez sentada te das cuenta que te vas a tragar X MEN Apocalipsis. Bueeeeeno, es lo que hay. Al cuarto de hora se te cierran los ojos y tu lucha por mantener la atención es terrible. Pegas más cabezadas que tu abuela delante de la peli de Antena 3 el domingo por la tarde. Termina tan tarde que lo único que quieres es llegar a casa, tumbarte en la cama y dormir. Pero como es LA NOCHE hay que cenar, da igual donde, ni el qué, la cosa es cenar fuera. Acabáis comiendo unas tapas en una terracita, con vuestro vino, vuestro tiempo para charlar y os dais cuenta que sois monotema. Solo habláis de ellos, los que no están pero llenan vuestros días y cuando no están, os dejan un poquito de vacío. LA NOCHE ya ha pasado y por fin mañana los verás de nuevo. 

domingo, 12 de junio de 2016

La magia del orden

Este fin de semana nos hemos quedado en Barcelona, la verdad es que prefiero cuando nos vamos de fin de semana a la casa que tenemos en la montaña... así desconecto mucho más, pero, también, lo confieso, para no tener que ver el gran desorden de mi casa. Los días de cada día ni lo veo, vamos todos tan a piñón que no soy consciente de que mi casa parece un campo de batalla, pero el fin de semana... Un zapato fuera de lugar, los juguetes de la niña repartidos por cualquier rincón de la casa, un guante de bici de mi marido, dibujos infantiles sobre la mesa, piezas de las sorpresas de los kínder en todas partes.... parece imposible que tengas una ayuda dos veces a la semana, y que vivas en una leonera.

Cenando con una amiga lo comento desesperada, ya no sé qué hacer,  y me confiesa que ella ha aplicado el método de Mary Kondo y su famoso libro La magia del orden. Incrédula, la miro, y me cuenta que si no ordenas no existes, que con el orden a tu alrededor empiezas a vivir de verdad, que jamás debes hacer una bola con los calcetines, que des las gracias a ese vestido que era entallado y ahora ya no es tu talla (acéptalo que ya no va a volver a entrar) y te indica que lo tires a la basura. Después de escuchar la esencia de la filosofía Kondo pienso que la mujer se haría el harakiri si entrase en mi casa, estoy convencida, pero aun así le daré una oportunidad, y hoy mismo compraré el libro, me empaparé de sus premisas, y pronto os cuento si lo he conseguido y la magia del orden ha cambiado mi vida. Quizás así la próxima vez que me siente en el sofá no me clavaré las mancuernas en el culo. 

lunes, 6 de junio de 2016

Llegó el momento de la verdad

Me encanta el buen tiempo, da buen rollo, calor, terrazas, colores vivos, los días más largos... esta semana apunta a que ya podemos confirmar que ha llegado el verano, y después del invierno que hemos pasado, que no nos engañemos ha sido de risa, una primavera lluviosa y ventosa, esperemos que el verano nos traiga sol y calidez. Todo muy bonito y hasta aquí todo suena genial, pero se acerca también ese momento temido, el momento de la verdad, lo inevitable...hay que probarse los biquinis.


El año pasado aproveché alguno del año anterior pero este año no puedo escaquear, habrá que ir de compras. Y es que a mí ir de compras me encanta, pero a principios de junio, comprar biquinis es de lo más desagradable que hay. Todavía blanca, sin color alguno, sin haber terminado la dieta, y con algún pelillo de más, debes probarte las braguitas y el sujetador, en un probador de 2x2, con una luz horrible, aguantando la cortina para que la gente que espera no te vea las chichas....ay madre, ¡Qué pequeñito es esto y cuanta carne tengo para esconder! ¡Suerte que están de moda las curvis! Bueno, eso dicen y a mí me encanta creerlo.

Pues, eso, no se puede retrasar mucho más, hay que ser fuerte, armarse de valor y si tienes tiempo depilarse y... a por ello, objetivo de esta semana; comprarse un biquini, que con un poco de imaginación, puedes hacerte una idea de cómo te quedará cuando estés bronceada, con los 3 quilos que te faltan por perder y en una playa de arena blanca, bajo un sol brillante y acompañada de las risas de tus amigas mientras disfrutas de tus vacaciones. 

lunes, 30 de mayo de 2016

No me mira ni el tato, ¿y????

Creo que la edad madura tiene cosas buenas. Ya paso de los 40, pero en mi caso, estoy mejor ahora, que a los 30. Y me lo digo yo misma sin tapujos. Sin embargo, creo que llevo pegado en la frente una etiqueta que dice “MUJER CASADA Y CON HIJO”, porque aunque ahora me siento bien (y mi trabajo y mi dinero me cuesta, os lo aseguro). Creo que no me mira ni el tato. Y eso que hago más deporte que nunca: Spinning dos veces por semana, pádel siempre que puedo y con entrenador personal, me pongo las mil y una cremas que hay para cada cosa, me hago tratamiento anticelulítico durante todo el año, porque el de tres meses antes del verano ya no me vale, pero ni el tato, ni mi mismísimo marido se dan cuenta de ello. Cosa que por un lado me sienta mal, antes los obreros me silbaban y me decían algún que otro piropo, y era de las chicas de la clase que tenía más de un pretendiente, pero a día de hoy que me siento mejor que nunca, sólo me gusto yo.


Sin embargo me animo yo misma, y me digo con mi vocecita interior: Tenemos que estar bien porque tenemos que queremos, no por los demás. Cada vez que me pongo unos pantalones de la temporada anterior y me van grandes, grito: ¡ALELUYA! Cuando me miro al espejo y pienso que mi piel todavía no tiene arrugas, grito: ¡GRACIAS! y cuando me pongo un pantalón corto y me miro las piernas pienso: ‘Este año todavía no amiga, todo no se puede conseguir al mismo tiempo’. Ahora los vaqueros ya no te sientan mal, incluso te empiezan a sentar bien, pero para llevar según que pantalón corto, o faldita de pádel,  hace falta más spinning y más anticelulitis, y eso es así. Pero os aseguro que lo conseguiré, y antes de los 50, porque aunque los hombres no me miren, yo me veo cada día y quiero estar segura de salir a la calle y estar feliz de cómo soy y gritar a los cuatro vientos que me siento bien en todos los sentidos y eso es lo que cuenta.

El esfuerzo tiene su recompensa amigas, y por tanto quererse es más importante de lo que pensamos. Es un sacrificio, pero vale la pena, y a veces, puedes darte caprichos, un trocito de chocolate, un sorbete de limón o un pellizco de pizza, que la vida son cuatro días, y hay que vivirla, después lo quemarás con más ganas. Todo es cuestión de fe y constancia, que ya estamos casi en verano y es la época para disfrutar. FELIZ LUNES.

martes, 24 de mayo de 2016

Yo también fui a EGB

El viernes fue un día especial, me reencontré con mis compañeros de colegio. La mayoría fuimos juntos de primero de EGB hasta COU. Sí, sí, yo también fui a EGB, y la verdad es que fue bonito, emocionante, divertido. Una tarde/noche fantástica de recuerdos y de sonrisas. Mirando atrás  me doy cuenta que la época escolar es media vida: 18 años juntos!!!!!  Hubo etapas duras, momentos de todo, pero te quedas con lo bueno, y eso es gratificante para encarar también otras etapas de la vida. En esa cena hubo mucho “Remember when”, pero también el momento que a todos se nos caía la baba, era cuando alguien te preguntaba ¿Tienes hijos? Y no esperaba nadie ni medio segundo en sacar el móvil y enseñar las fotos de sus retoños. Todas madres orgullosas, pero los padres también, y lo que me pareció curioso fue que nos pasamos media noche hablando de nuestras hazañas infantiles o nuestras aventuras adolescentes,  o de nuestros hijos, pero que nadie hablaba de sus parejas.


Llega un momento que las parejas pasan a segundo plano, clarísimamente. Pasamos  de los recuerdos del cole, de los guapos de la clase, de quién siempre sacaba buenas notas, a hablar de nuestros niños, de sus aficiones y las preocupaciones que como padres tenemos todos con cada uno de ellos, pero si estás casada con un ingeniero, un arquitecto, un peón de obra, un actor o un médico, eso ya no importa a nadie. Cuando antes las conversaciones de chicas eran sólo, o casi sólo, de los chicos guapos de la clase o, incluso, de los guaperas de dos cursos más arriba que el tuyo, pero la vida es así de curiosa, y en cada momento vital, hay distintos tipos de conversación. Cuando eres madre solo hablas de caquitas, cuando te vas a vivir en pareja solo hablas de pisos, muebles, y de tu príncipe azul, y cuando eres ya “mayor” y celebras que hace 25 años saliste de COU, prefieres recordar esos momentos geniales con tus compañeros, o hablar de los hijos que son una de las prioridades de todos,  porque pasan a ser el centro vital de las parejas, porque su mundo es tu mundo, quieras o no quieras.

Todos los que estábamos allí pretendíamos irnos a dormir pronto, que después no lo hicimos, pero la única razón era porque el sábado por la mañana había partidos de fútbol, básquet o cualquier deporte practicado en equipo, o sea, prioridades de los peques. Y por la tarde sesión de FROZEN o Star Wars en la tele, que las tienes ya grabada para cuando necesitas paz, o intentas cerrar un poco un ojo y descansar, porque te has ido a dormir tarde, y no estás para según que trotes ya, o al menos, no estás acostumbrado, y los peques repiten las mismas películas cada vez que pueden, pero al menos es como un hipnotizador que les deja quietos una rato, mientras tú, dormido, puedes hasta recitar las películas de memoria. Pero este es el gran mundo de la pareja con niños, pero combinarlo con salidas como estas, da muy buen rollo, porque a pesar de que los temas fueron recurrentes, sentimos todos una sensación de estar recuperando aire, quizás nos sentimos un poco “jóvenes”, un poco libres en el mejor sentido de la palabra.Y solo os digo que ya tenemos un chat de WhatsApp abierto, donde hemos colgado las fotos del evento, y pretendemos quedar dos veces al año, porque pretender quedar más sabemos todos que es inviable, pero, cada semestre, es un objetivo realista y un par de veces al año no hace daño y da mucha vidilla. 

lunes, 16 de mayo de 2016

Arriba y abajo

Cada mañana a las siete suena el despertador y entro en la ducha medio dormida, pero como antes ha entrado él, siempre, encuentro la tapa del WC abierta, cosa que no soporto. Tiro de la cadena, y bajo la tapa del WC. Me visto, me pinto, bebo mi vaso de agua con limón recién exprimido y cojo el casco de la moto para salir. El día es estresante, no paro ni para comer, y cuando llego a casa, cansadísima, dejo el bolso, el maletín, y voy a ponerme cómoda, y pasó por el baño para desmaquillarme e incomprensiblemente todo está perfecto, excepto que la tapa WC vuelve a estar abierta. ¿Cómo puede ser? El solo ha venido a coger su bolsa de deporte, está en el gimnasio, y en esos diez minutos ya se ha vuelto a olvidar de que la tapa del WC se baja porque si no huele, porque además queda mal, y porque a mí me da la gana. ¿Es tan complicado?


Me estiro en el sofá a leer un rato, y cuando llega del gimnasio no pasa por el baño, viene duchado, así que preparamos la cena y nos sentamos a ver nuestra serie preferida y le digo:
- Por cierto cielo, no dejes más la tapa del WC abierta, me molesta.
Y él me contesta que no lo hace. Sólo somos dos, y hoy ya es la segunda vez que está arriba, y no abajo. Pone morritos  y me dice que quizás tengo razón.
-No pasa nada, pero recuérdalo, es una manía, sí, pero es higiene.

Seguimos mirando la tele abrazados, los primeros días de convivencia siempre son ideales en casi todo, y decidimos ir a la cama, hay que madrugar. Volvemos a la zona de peligro; el baño. Nos lavamos los dientes, yo me pongo mis cremas, salgo a beber mi vaso de agua, este sin limón,  y cuando vuelvo; la tapa de WC abierta. ¡No me lo puedo creer! Ya veo que esto es misión imposible. Sacó la cabeza por la puerta y grito:
-¿Sabemos lo que es arriba y abajo o recuperamos los episodios de Barrio Sésamo?
Y él con toda su pachorra contesta:
-  Mi amor, la he dejado arriba para que fueras tú la última, y dejaras el baño perfecto. Tapa abajo y cadena tirada. Así nos evitamos problemas, ¿no?


Esto no va a quedar así, os lo aseguro. Lograré que las excusas sobre el "excusado" no queden en saco roto. Mañana más.

lunes, 9 de mayo de 2016

Los maravillosos desayunos en pareja

Hoy llueve, me he despertado con dolor de cabeza, y aunque es domingo no estoy de buen humor. Sin embargo mientras me estiro y hago un poco el remolón, pienso que mi pareja, al cual no le gusta dormir, como a mí, y lleva ya una hora levantado, me habrá preparado un buen desayuno: zumo de naranja recién exprimido, café con leche al punto, como a mí me gusta, y quizás ha ido a buscar algún croissant de mantequilla, a pesar de que sabe que no quiero abusar, por eso de la operación biquini, y mis neuras con que viene el verano y no me quedan bien esos pantalones blancos del año pasado. Sin embargo pienso que un día es un día. ¿No?


Así que me levanto, pensando sobretodo en ese croissant, y me encuentro la mesa parada, pero con café con leche y sacarina, pan integral y pavo, y cereales de avena. ¿Dónde está mi croissant? Él me sonríe y me dice, que como esta semana ha sido dura, y le he repetido mil veces que no debía pasarme con la dieta, ha pensado que lo mejor era empezar desde hoy mismo a no hacer "extras" y a comer bien para que esos famosos pantalones blancos entren sin problemillas. La ira me iba subiendo del estómago hasta la garganta, pero él ha seguido y me ha propuesto ponemos ropa de deporte y salir a correr un ratito, porque así no hay excusas, porque eso de empezar los lunes desde hace ya dos meses, es leyenda urbana, y me ha recordado que estamos a mayo, y que después vendrá el drama del biquini. Creo que me he puesto hasta colorada, pero he tenido que tragar quina, junto la avena, como los pollos, y un trocito de pavo, y en boca cerrada no entran moscas ni na de ná

Maldito domingo, solo me lo hubiera salvado el croissant, o un buen polvo, pero ahora me toca cerrar el pico y salir a correr, y eso me pasa por hablar. Eso de los kilos, no lo vuelvo a verbalizar, os lo prometo, porque él se lo ha tomado al pie de la letra, y espero que ni se le ocurra decirme nada más, porque por hoy ha sido ya too much

lunes, 2 de mayo de 2016

Los primeros pasos del amor

Casi todas hemos vivido la pasión del primer amor, cuando todo es color de rosa. Cuando cuentas los minutos que faltan para volver a verle, cuando después de verle cuentas los minutos que faltan para que te llame y te dé las buenas noches. Cuando los besos son apasionados, y solo buscas el momento de poder estar con él. A mí me gustaría poder decir que esta pasión de fuego dura toda la vida, pero mentiría, y el primer frenazo ya te lo pegas cuando sentados en ese banco de siempre, bien arrimados, pensáis en ir a vivir juntos y él te dice: Me imagino nuestra casa pequeña con decoración de Ikea. Y tú piensas que es lo normal, no hay pasta y para empezar es un recurso, pero cuando dice que el baño se lo imagina azul, cuando tú siempre lo has imaginado blanco, y los muebles de madera antigua, cuando a ti te gustan modernos y a la última, ya empiezas a pensar; ya le daré vuelta. Pero cuando suelta; y esa habitación que nos sobra, de momento, pondremos una cama para cuando mi madre venga a visitarnos. Eso ya es la bomba y sueltas un grito pelado: ¿QUÉ? Mi amor, quizás esto del piso lo discutimos con más calma otro día. Ir a vivir juntos es una aventura, y nunca mejor dicho, porque es donde empieza todo, para bien y para mal. El fuego pasional lucha contra el cotidiano, y es una guerra de titanes, divertida, pero con sus cosillas, así que antes de dar este gran paso, paciencia y un libro con pequeños consejos amenos y un test de compatibilidad que no os dejará indiferentes. Vayamos a por ello.


lunes, 25 de abril de 2016

¿Por qué a mí?


El viernes pasado me lo había montado bien. Salí temprano de la oficina, para tener tiempo de ir a comprar con calma, no de compras, sino a hacer la compra de la semana y pasar por casa a dejarlo todo, no creáis. Pero así empiezo el lunes con un dolor de cabeza menos. Sólo me quedaba acabar de hacer la maleta del finde, que  esta vez empezaba ya en viernes tarde porque el peque no tenía partido el sábado, y podíamos ya irnos el mismo viernes a desconectar. Pero al aparcar el coche, delante justo del mercado para salir después pitando, la organización era impecable, noté un golpe tremendo ente las ruedas, y el coche no tiraba ni para adelante ni para atrás. Salí del coche, me estiré en el suelo, sucio de grasa, pero me dio igual,  y vi lo nuca visto,  un cepo clavado en la parte posterior del coche. No me lo podía creer. Mientras estaba estirada en pleno parking, se me acercó un hombre,  y me ofreció amablemente ayuda. Creo que pensaba que me había dado un síncope, y la verdad es que estaba a punto, pero me levante rápido y fue él, entonces,  el que se estiró para ver si podía hacer algo. Me pidió que me montase en el coche e intentará ir despacio hacia delante y hacia atrás, siguiendo sus indicaciones que él en una postura indescriptible,  de rodillas y culo en pompa, me pedía que lo volviera a intentar mientras yo solo le veía el trasero y su pantalón beige, como iba quedando negro. Pobre chico, lo intentó, pero después de media hora, abandonó y llamó al vigilante del parking, que muy cachondo él,  pretendía con una escoba derribar el cepo. No me podía estar pasando a mí eso, un día que me había organizado todo a la perfección. Esto no lo supera ni a Almodóvar en sus mejores películas, porque viendo el señor del parking que un cepo de puro hierro no se derriba con una escoba medio rota, llamo a los pintores que tenía en la tercera planta del parking para ver si podían ayudar. Eran dos musulmanes, que casi no hablaban español, pero alucinaban también con la situación grotesca que había pasado. Yo les pedía a ambos, ¿Podrás sacarlo? Ellos en su idioma, que no entendía ni Papa, iban hablando entre ellos y poniendo cara de complicación. Me veía llamando a mi marido y explicándole que olvidásemos salir temprano porque el coche había quedado clavado. Sin embargo, uno de los pintores me pregunta si tengo gato, el de cambiar la rueda, claro, y le digo que creo que sí pero no sabía dónde. Y él extrañado, me mira de arriba abajo y me dijo: ¿Usted no cambiar nunca rueda? Y le dije tímidamente: No, yo llamo al RACC. Me miró mal, pero buscó el gato, lo encontró, elevó el coche y con un soplete fundió el cepo. Así de claro. Suerte tuve de los dos pintores resolutivos, a los que no sabía cómo agradecerles la ayuda, y porque me ahorraron una buena bronca marital y el poder salir en coche y un ataque de nervios, pero a por el fin de semana igualmente.

lunes, 18 de abril de 2016

¡El tamaño sí que importa!




No soy una persona que esté cada semana viajando, no lo soportaría, pero sí que tengo cuatro o cinco viajes al año de trabajo, más alguno de placer, los cuales tengo que viajar casi siempre en avión, aparato al que cada vez le estoy cogiendo más manía. Viajar en avión es simplemente incómodo. Tienes que llegar al aeropuerto bastante antes porque si no puedes encontrarte con sorpresas desagradables como el famoso overbooking, tienes que prevenir como vas vestida, porque según lo que lleves, puedes quedar casi desnuda en la famosa cinta de seguridad: Fuera reloj, pulseras, cinturones, zapatos, chaquetas y por poco el sujetador, si es de los que llevan aro, porque la sirena siempre pita. Y si pitas, viene el toqueteo de la segurata, también incomodo, y pesado. Pero aquí no se acaba, después de todo esto, viene el problema con la maleta. Cada vez menos gente la factura, y por tanto los aviones no están preparados para que todos subamos a bordo con todo puesto. Yo soy bajita, y es casi imposible llegar a ponerla en su sitio, y siempre tengo que pedir ayuda, y las azafatas no están cerca nunca, así que al, primer hombre alto que tengo al lado, debo ponerle cara de pena y pedirle que suba la maleta, que es de cabina pero siempre pesa mucho, porque no logro, de ninguna manera, que nada de lo que llevo encima, nunca, sea ligero.  Lo bueno de ser como un Minion es que como los asientos son tan estrechos, cabes, porque los altos, no sé cómo pueden pasar hora y media, mínimo, con las rodillas casi en la boca, y ni te explico cuando tienes que desplegar la mesita, porque te has pedido un café, la cosa se complica todavía más, y las piernas ya las tienes que poner en plan contorsionista para que nada caiga al suelo. Por lo tanto, la maleta tiene que ser pequeña, el bolso XS, y tú mismo también, y aún y así, el viaje no es nada cómodo. ¿Cómo puede ser? El tamaño sí que importa, y mucho en los viajes de avión, y cada vez más. Así que cuando bajó de un avión pienso que será la última, pero de momento ellos tienen la paella por el mango, y todos pasamos, por el tubo, y nunca mejor dicho.

lunes, 11 de abril de 2016

Chiquiparc, ese lugar mágico que a los padres nos aterra

Mi hija cumple 7 años. ¡¡¡7!!! Parece mentira y todavía me recuerdo con esa enorme barriga, el médico decía que venía pequeña, y yo ponía cara de incrédula con mis 17 Kg de más, pensaba que no era posible, pero lo era, nació con 2.100Kg y todo fue bien y un par de días después del parto, mi marido, mi hija, yo y mis 14 Kg de más llegamos a casa. Parece que fue ayer, pero no, hace 7 años de todo esto y me veo envuelta en la frenética tarea de preparación de una fiesta de cumpleaños. Y no dejo de pensar si los padres de hoy en día nos hemos vuelto locos. ¿Dónde quedaron esas lindas fiestas de cumpleaños en las que invitabas a tres o cuatro amigos y venían a casa a comer sándwiches de Nocilla caseros y ganchitos? Ahora nos desgreñamos para celebrar una fiesta de cumpleaños, buscando un lugar especial, invitamos a una clase entera, venga a todos, y que vengan los hermanos, los vecinos, los primos… en casa no caben obviamente. Acabas en un chiquiparc… sí, que felices éramos cuando todavía no habíamos pisado uno… ¿Recordáis? La preparación se convierte en una maratón de cosas que te acaban estresando: invitaciones, confirmaciones, extras, magos, payasos, meriendas, niños intolerantes a todo… ¡Por dios qué estrés!



Y llega el día, ya te has peleado con tu marido, porque estás de los nervios, y los que han confirmado no vienen, y los que no han confirmado se presentan con dos hermanos de más y en fin… te pasas un sábado soleado de primavera, encerrada en un Chicquiparc de 1000 metros cuadrados, rodeada de 3.000 niños desmelenados, gritando y sudando, intentando entablar una conversación con unas mamás y unos papás que no conoces de nada porque nunca vas a recoger a tu hija al cole.
Y te abres camino a codazos entre las miles de personas que hay mientras intentas hacer una foto a tu hija que está subida en un escenario con 15 niños más soplando la vela del pastel. Hay monitores disfrazados por todas partes, y los niños no meriendan nada de eso que le han puesto en el plato, sobra la mitad del pastel, y una chica de pirata te dice si te lo quieres llevar… ¡Suerte que estás a dieta y tienes la mejor excusa!  Y miras el reloj y ya son 20.12 y piensas, bueno ya se acaba… pero no sin sorpresa final. Por el altavoz piden que las mamás de los cumpleañeros vengan a la pista para bailar y acabas esta fiesta bailando al son de

Oye, abre tus ojos, mira hacia arriba 
Disfruta las cosas buenas que tiene la vida 
Abre tus ojos, mira hacia arriba. 
Disfruta las cosas buenas que tiene la vida 

Y piensas que sí, que hay que disfrutar de las cosas buenas que tiene la vida, que hay muchas, entre ellas, que tu hija crezca y lo haga feliz.

lunes, 4 de abril de 2016

Fin de temporada

Lo he probado varias veces, pero no hay manera. No me gusta esquiar. Ir a pasar frío, ponerse unas botas incomprensibles con las que no puedes andar y que te aprietan el tobillo de tal manera que después tienes hasta agujetas, de la compresión. Otro tema es el atuendo, y vaya tema. Yo soy mujer curvy, por tanto me puedo ir olvidando de los pantalones arrapados, que me quedan como el culo, por tanto sólo puedo elegir mono entero, color lo más oscuro posible, pero con el que tampoco me veo bien porque parezco el muñeco Michelin, dado que debajo no me vale solo con una camiseta térmica, soy demasiado friolera, por tanto con tanta ropa debajo, y mis curvas, ya os lo digo, el Michelin se queda corto.


Una vez lo tienes todo puesto, que cuesta ya lo suyo, viene lo que dicen que es divertido. Subir en marcha en un telesilla, con esquís incluidos ya puestos en los pies, con esas botas que te dejan el pie sin circulación sanguínea, y se pretende, que sin caerse, subas con tres personas más al telesilla, que sube en altura, y no me hace puñetera gracia, por tanto si tienes vértigo es un hándicap más en la dulce jornada, y sin que nada se te caiga; ni guantes, ni gafas, ni cintas, ni los maravillosos palos, que sin ellos, ya me dirás después como bajas. Subir no es fácil, pero normalmente pasas la prueba, y tensionado para que nada se te caiga en el trayecto del telesilla, van viendo el final,  cuando tienes que bajar, porque si no el telesilla da la vuelta y puedes pasarte el día en plan tiovivo. Por  tanto, aunque por un momento pienso que mejor no saltar y dar otra vuelta, los amigos de telesilla empiezan a subir la protección, que también da “yuyu”,  y prefiero cerrar los ojos y saltar pensando que no haya nadie un poco más abajo, porque me lo como. Resbalando a tope para que la silla no me dé un golpetazo en el trasero, y con los palos en plan banderilla, intento mantenerme en pie sin meter el palo en el ojo a nadie, y esto es solo el principio. Ahí empieza todo. Bajadas enormes, llenas de gente, y con los famosos remontadores que te arrastran hasta más arriba de la pista para que puedas bajar con más pendiente. El tele-arrastre es también de lo más cómodo, te lo colocas en la entre-pierna y te arrastra, literalmente empujándote desde el culo, siempre que consigas mantener el equilibrio, que los esquís no se crucen, y hagan que caigas de bruces enganchada en esa percha, con una mano,  comiendo hielo a punta pala porque vas arrastrándote por el suelo, sin que nadie pueda ayudarte, y con la otra mano manteniendo los dos malditos palos, que son la salvación de poder bajar después.  Ya lo veis todo muy fácil. Y ya no os cuento como consigo bajar hasta bajo porque ni con cuña en plan triángulo de los bermudas, consigo mantenerme en pie. 

En resumen, lo he intentado pero no es lo mío, cada uno debe reconocer sus límites, así que prefiero quedarme sentada en la terraza tomando el sol, y que me quede la marca de las gafas, eso sí, moreno nieve, que es lo mejor, para mí, de un día esquí. Así que hoy mismo, pongo a la venta todo el material en Wallapop y a otra cosa mariposa.

lunes, 28 de marzo de 2016

La mona


Lunes de Pascua, en Cataluña hay la tradición de comer mona. Es una tradición muy bonita pero también muy jodida. Ya has empezado la dieta, claro está, porqué sino no llegas al verano decentemente, y te plantan un pastel con una figura de chocolate enorme, este año triunfan los Minions y Star wars. La tradición es que el padrino le compra “La Mona” a su ahijada, y claro, cuanto más grande y bonita mejor. Y tú te encuentras que después de haber desayunado una fruta y un café, y comido un espárrago y trocito de pescado pesado, sin aceite ni guarnición, te plantan al Minion de chocolate tamaño XXL delante… y primero, con fuerza de voluntad dices que no, que no te apetece, porque no tienes ganas de explicarle a tu cuñada, que tiene un “tipín”, que tú estás a dieta, que quieres perder unos quilitos, y te sale un “aix, ahora no me apetece nada, gracias”, y todos se van comiendo el Minion, y los comentarios de “el chocolate está buenísimo”, y “te va a quedar, porque es enorme” y tu estómago empieza a sonar y te remueves en la silla para que no lo oigan y bebes agua, que si llegas a los 2 litros premio, y no engorda…y cuando se marchan todos, te queda la mitad de la Mona encima de la mesa, y no quieres guardarla porque sabes que vas a caer, que ese trozo de pantalón de Mike que ha quedado tiene una pinta brutal…y te lo comes. Y entonces empiezas con las excusas, que total, un trocito, a ver, el espárrago ya lo tienes en los pies, y tantas calorías no puede tener este trozo de vaquero… pero ya la has cagado, el trozo te abre el estómago, que estaba ahí, tímido y triste, y ya sabes que no vas a poder parar… y te comes casi el Minion entero, y con cargo de conciencia te dices: bueno, mañana martes, empiezo de cero y no la volveré a cagar.

lunes, 21 de marzo de 2016

Dieta en marzo


No sé si os pasa o no pero a mí cuando aparece marzo en el calendario me entra un “telele” y la palabra dieta se me tatúa en la frente. Me pasa como dicen de las embarazadas que cuando quieres quedarte, ves embarazadas en todas partes. Pues igual, veo tías con "tipazo" hasta en la sopa. Y sólo de pensar en el biquini… me muero, sobretodo de vergüenza. Así que empiezo a echar cuentas, y me digo, me pongo a ello, 3 meses por delante, total, tengo perder unos 6-7 kilos…bueno… los 3 de las Navidades pasadas, más el medio de Semana Santa del 2015, más los 3 de las vacaciones anteriores, más… no me salen las cuentas…¡Horror! Llevo 10 quilos de más….no llegaré al biquini. Si ya lo decía yo el algodón no engaña y el pantalón tampoco. El otro día vi un vídeo que me encantó, y hablaba de la actitud, aquí os dejo el enlace.



Pues voy a aplicarlo a raja tabla. Actitud frente al reto de perder 10 quilos antes del biquini. Allá voy, actitud y bueno también me coseré la boca por si eso de la actitud no funciona para la dieta.  

domingo, 13 de marzo de 2016

El día de la mujer trabajadora es cada día

El pasado martes fue el día internacional de la Mujer, y la verdad es que hubo hombres en la red que nos felicitaron. No sé si existe el día internacional del hombre trabajador, pero lo que pienso es que el de la mujer trabajadora es cada día. Y si hubiéramos que celebrar algo sería ese día en que la mujer no tenga que hacer nada, hacer fiesta del trabajo, de la casa, de ser madre y hasta de ser esposa. ¿Sería posible?


Pienso que si lo que celebramos es que nos levantamos a las 7 de la mañana, o antes, para hacer desayunos, dejar la casa con las camas hechas (odio ponerme dentro de una cama sin hacer) y a toque de silbato despertar a todos los reyes de la casa, y digo a todos,  para que pasen a lavarse dientes y cara, desayunen y cojan carteras, preparadas ya la noche anterior, en un arrebato de que cada uno es responsable de sus cosas. Si celebramos que cogemos el coche, con un tráfico leonino, y acompañamos a los peques al cole, aparcamos y vamos corriendo a hacer media hora de cinta en el gimnasio para que no se diga que he perdido el ritmo, ese que todavía no he cogido desde Navidad con una excusa u otra cada semana, y después duchada, pintada y arreglada a hacer la primera reunión de trabajo, y así empalmando hasta las 8 de la noche, acumulando mails a punta pala, y cada vez resoplando porque no sé cómo estirar el día, que debería tener, en mi caso 48 horas.

Además soy afortunada si puedo salir a las 20h , porque muchas semanas hay presentaciones o cocteles de trabajo, a los que no se puede faltar porque siempre son clientes importantes, y  ese día lo llamo “modo “POST-IT”: sólo me queda ponerlo grande y amarillo en la nevera con órdenes claras: “Hoy llegare tarde, por favor pon la lavadora y tiéndela”, (hemos de decirlo todo), y para cenar está la verdura ya hervida, y sólo hay que hacer el pollo a la plancha”. Si esto es lo que hemos de celebrar, apaga y vámonos. Propongo que el día de la mujer sea aquel en que podamos sentirnos útiles, como cada día, pero también darnos esos placeres a los que no llegamos nunca porque priorizamos siempre a los demás.

Así que propongo celebrar el día de las mujeres de otra manera, porque somos malabaristas cada día en una sociedad donde todavía falta mucho por hacer, pero sin embargo la mayoría lo hacemos todavía con una sonrisa, y levantándonos cantando I WILL SURVIVE, como mínimo. Pero todavía nos queda marcha para bailar un poco y decir: ¡Vamos a por ello! Felicidades chicas, somos campeonas cada día de esta maratón que es la vida.

lunes, 7 de marzo de 2016

Otra vez Murphy se mete en mi vida

Hace sol, un buen día, y estaba preparada para un fantástico fin de semana donde todo cuadraba bien. Podía depilarme y hacerme tratamiento anticelulítico, ya se acerca el verano y cuantos más meses tenga por delante mejor. Partido de pádel familiar por la mañana y torneo de pádel por la tarde para divertirnos, reír y olvidar, y todo encajaba porque mis padres nos ayudaban con los niños, pero (siempre está el famoso pero) mi madre cogió la gripe terrorífica, sí, la que está atacando a media Barcelona, y la pobre se tuvo que quedar en cama sin ánimo de nada, y mi padre, tuvo urgencia bucal y también quedó traspuesto, así que cambio de chip, cambio de planes, y mi cabeza como una moto de carreras porque reorganizar el tetris no fue nada fácil.


Por minutos me iba poniendo nerviosa y me parecía cada vez más a la novia de Chucky, con la cabeza como un molinillo de café dando mil vueltas. Todo salía mal, recordad la semana pasada que no hubo semana blanca sino negra, y ahora el finde también del revés. Estaba en el trabajo y no podía concentrarme pensando en cómo reorganizarme, hasta que me planté y dije ¡BASTA! Todo no se puede tener tan controlado ni tan planificado, así que dejé fluir, y al final sin agobios ni pelos de punta, las piezas fueron encajando de otra manera, pero encajaron, y el fin de semana no fue como estaba previsto pero ha estado muy bien, quizás si dejase de ser tan rematadamente organizadora, la vida sería algo más desordenada pero con más sorpresas, que primero te dejan KO pero después acabas bailando zumba en la playa porque has ganado el torneo, eso sí con pelos, a lo Oso Yogui, porque la depilación no pude salvarla, pero bien pensado, todavía es invierno y ahora nadie se fija en eso. La semana que viene saldrán todos mejor porque serán más largos. Así que a mirar la vida desde el lado positivo. Peluda y con celulitis, al menos por el momento, pero con prueba superada otra vez. 


lunes, 29 de febrero de 2016

Mi semana fantástica


Este fin de semana estaba encantada preparando la maleta de mi hija para que pasara una semana esquiando con el cole. La famosa semana blanca. Como ella estaba emocionada de ir con sus amigas, y no con nosotros como siempre, yo estaba también feliz por ella, y por mí, porque no decirlo, ya que para mí sería, no la semana blanca, sino la semana fantástica. Ya había cogido mi agenda y había elegido un día para ir al cine con mi marido, con cenita incluida, no lo podemos hacer desde hace “siglos”,  otro para gastar el bono del masaje que me regalaron mis amigas para mi cumpleaños, que ya hace un par de meses y no he tenido momento alguno para ir, y eso que no son por falta de ganas y de necesidad, tengo la espalda destrozada;  y, también,  había pedido hora para una limpieza facial. Son de esas cosas que nunca tengo tiempo de hacerme, porque priorizo la depilación, los pelos se ven y queda feo, pero cada día me veo la piel más desgastada, me hago mayor,  y no paro de decirme a mí misma, voy a priorizarme un poco, pero no sé cómo y de qué manera, que  todo lo demás pasa siempre por delante. Mi marido no perdona sus espacios, su guitarra, sus conciertos, y sus salidas en bici, mientras yo tengo que atender el resto de cosas: la casa, los encuentros de mi hija con una amiga u otra, o inventarme planes que nos gusten a las dos, y así ir pasando el fin de semana. Por lo tanto,  esta semana fantástica pintaba de lo mejorcito, encontraría por fin mi espacio,  PERO, y siempre hay ese pero aterrador, el sábado por la noche mi hija se empezó a encontrar mal, y no le hice mucho caso. Nunca se pone enferma, lo juro por lo que más quiero que es ella, y pensé que serían los nervios, pero al acercarme la noté muy caliente y mis alarmas se dispararon, creo que hasta se me pusieron los pelos de punta: No puede ser, ha cogido fiebre tan pocas veces, ni de bebe en la guardería, que no me lo podía creer, y  empecé a cagarme en Murphy. Le coloqué el termómetro y estaba casi a 39. Desesperación total de ella, porque peligraba su aventura, y desesperación total para mí porque peligraba también la mía. Y así fue, fin de semana en casa con fiebres altas, y pensando que quizás el lunes estaría bien, pero no ha sido así. Mi castillo de naipes caído, y además hoy la que está en cama y a 38 soy yo, que tampoco caigo nunca, pero quizás viene todo provocado por la misma desilusión. La niña se queda sin su excursión preferida, y yo con la semana del revés, sin canguro, porque está de viaje, coincidiendo que no teníamos niña, y con todos mis planes de ensueño, como siempre, en la lista de espera. Ley de Murphy, pero juro, en plan Scarlett O´Hara, en LO QUE EL VIENTO SE LLEVO, que buscaré la manera de tener mi semana fantástica, porque sé que la merezco. Como casi todas las que trabajamos, somos madres y además queremos estar bien.

lunes, 22 de febrero de 2016

Contraseñas para seguir con vida

Hoy ya me he levantado con el pie izquierdo, porque el despertador no ha sonado, y eso que no lleva contraseña, o quizás no lo he oído, porque llevo unas semanas de cansancio máximo. Además, para acabar bien el día, ayer mi hija me bloqueó el móvil. No sé qué hizo, sé que no lo debe tocar, pero el móvil es un arma actual para que los niños paren quietos unos minutos seguidos y como no podía con mi alma, me vendí al diablo. Lo confieso, y me castigó. Ahora no puedo recibir e-mails ni WhatsApps, algo que me deja desconectada del mundo y no lo puedo soportar. Pongo la contraseña, una y otra vez, que esta me la sé, y no reacciona. Mi marido me dice que debo poner el código Puk y no el Pin, pero yo no sé dónde metí el Puk, casi no sé ni lo que es, recuerdo que te lo dan al comprar el móvil y piensas que no te hará falta para nada, sin embargo, ahora sin Puk estoy 'out' y tengo casi taquicardias, no puedo estar sin el móvil, y entiendo que esta dependencia del aparato es patológica, pero lo necesito. Me siento que me falta algo.



Así que ayer, como una loca, empecé a buscar la caja del móvil, para encontrar el famoso Puk, el cual no me sé de memoria ni de coña, porque ya tengo que saberme las contraseñas de las tarjetas de crédito (si ya sé que son para todas el mismo número) la del móvil y la del Ipad, (si son las mismas, pero no son las mismas que para la tarjetas de crédito) más la del candado del gimnasio, la de Apple, la del ordenador, la de Privalia, Instagram, Facebook.... y seguro que me olvido alguna. Imposible sabérselas todas, pero además la que necesito que es la de desbloquear el móvil, no la sé.  Pero para que tanta contraseña si al final necesitas el Puk, o la contraseña B, que es la que no sabemos nadie. Vaya mundo de locos, y lo único que espero es que en un futuro no pongan contraseñas para el microondas, la lavadora o el lavaplatos, porque si así fuera viviría en un bloqueo constante.


Debo asumir que me pasaré tres horas al teléfono hablando con Vodafone para conseguir el código Puk, que guardaré bajo llave como si fuera mi tesoro en una libreta con todas las contraseñas del mundo, y apuntaré en algún lugar donde guardo la libreta porque lo más normal será que de aquí tres días no sepa dónde la he puesto, y esto es un bucle sin fin. Quizás la solución solo es una, potenciar la memoria. Comamos pasas. Y algo que cultive la paciencia, si es que existe. ¡¡¡Y solo es lunes, SOS!!!

lunes, 15 de febrero de 2016

Pon un chat en tu vida

Me meto en una reunión a las 9 en punto. Mesa redonda, caras largas, muchos con libreta y boli, todavía hay gente que apunta en libreta las notas de una reunión, y todos con el móvil silenciado al lado de esa libreta, eso sí que no le falta a nadie. La reunión empieza puntual, pero se alarga, y la gente empieza a  mover pies, no encuentra la postura correcta en las sillas, que normalmente no son de lo más cómodo, y cuando llevamos ya una hora de reunión, algún móvil empieza a vibrar encima de la mesa. Nadie se atreve a cogerlo y mirar, pero ves que a quien le ha llegado el mensaje se pone nervioso, y empieza a hacer cosas raras con la mano para intentar ver, al menos, de quien es el WhatsApp recibido. Es inevitable, en la era de la tecnología estamos sometidos a estos aparatos y queremos estar conectados a todas horas.


Es verdad que la reunión de este curso de formación ha sido de lo más aburrida, pero deberíamos pensar en los buenos modales y en apagar los móviles del todo en ciertos lugares. También confieso, que soy la primera en no poder evitar la curiosidad de ir viendo quien me escribe cuando el maldito aparato vibra y entiendo a la pobre chica que está sentada enfrente mío, y que lo está pasando fatal,  porque su móvil no para de vibrar, y hasta el ponente empieza a sentirse molesto. Ella, roja como un pimiento, coge el móvil y se lo pone encima de las rodillas, allí no vibra como en la mesa, y teóricamente no hace ruido, pero, lamentablemente para ella, sigue oyéndose ese rumor “ggggg”, de cada mensaje. La chica, de pelo negro y con coleta, delgada pero con una falda muy apretada, está sudando tinta china, e incluso hace ver que recoge un papel del suelo, y lo que está intentando es apagarlo, pero no puede. Así que se vuelve a poner recta, con la coleta al lado, porque al agacharse tanto se ha despeinado, con la cara brillante del sudor y la camisa mal colocada de tanta contorsión, y su móvil vuelve a vibrar. Ella tose, se levanta muy digna y dice: Lo lamento, desde que tengo cinco chats abiertos en el WhatsApp, uno de las madres del colegio, otro del de grupo de pádel, el de las amigas para ir al cine, el del club de pasteles y el de los domingos para hacer juntas abdominales hipopresivos. Así que mejor salgo y este curso tan interesante sobre redes sociales y comunicación lo haré cuando haya superado el tema chats, que no como veis no lo tengo todavía controlado.  

Ha sido una situación que nos ha hecho sonreír, pero es que es la vida misma, porque a mí también me pasa y tengo chats con las mismas personas de diferentes temas y al final no sabes ni donde escribes ni a quién. Con lo fácil que era llamar por teléfono. ¿No?

lunes, 8 de febrero de 2016

Me voy de 'business trip'



Tengo un viaje de trabajo, que suelen siempre darme pereza, pero este es a Nueva York, y esa ciudad me tiene enamorada. Me gusta. Así que la pereza es menor que en otras ocasiones, lo que no es menor es la logística de "abandono el hogar por una semana". Aquí se nota quien controla o quien no el peso de la casa. A pesar que mi marido es de los que colabora, y no me puedo quejar, he tenido que hacer una cartulina de instrucciones para las cenas de cada día, para lo que debe hacer la señora de la limpieza y dejar post-its amarillos por toda la casa, con notas en color rojo, se ha dicho de paso, de OJO: mañana hay piscina se debe preparar bolsa, sin olvidarse bañador please. OJO: hoy toca fútbol, bolsa con el equipo adecuado, no confundir con el equipo de gimnasio del colegio, y OJO: que han pasado una circular del cole, que tú también recibes cariño, diciendo que tenemos que firmar un papel porque harán diversas salidas en grupo para un trabajo. Ver si el papel llega y firmarlo. Así que el control logístico de la casa espero que no se resienta, dado que esta vez no me quiero preocupar por nada y aprovechar este viaje para work well, y poder disfrutar otra vez de las tiendas, las calles y los edificios de película.  Espero que cuando vuelva, la prueba haya sido superada para poder dejar otro destino chulo para otro mes. Oleeee!

lunes, 1 de febrero de 2016

Carnaval, carnaval…



He llegado a casa temprano, un día lo he conseguido, y estoy contenta. Dejo todos los trastos, siempre voy cargada como una mula, y saludo a mi peque que está haciendo deberes en la mesa de la cocina y me dice que este año se van a disfrazar de Arcoiris, que ya están preparando el famoso carnaval, y me entrega un papel con unas instrucciones que a mí me suenan a chino. Y le pregunto inocente de mí: cariño, ¿esto lo vais a hacer en el colegio verdad? Y me contesta que solo una parte, que lea bien ese papelito maldito donde tengo que conseguir pantalones blancos, en pleno invierno, camisa blanca o camiseta, por suerte aquí dos opciones, y una tela de medidas exactas de color determinado para hacer un faldón que tape una parte de la cintura y la mitad de la pierna, aparte de diferentes cintas de colores que cuelguen de los hombros. Lo leo y lo releo, y la única conclusión que saco es: ¿Cómo voy a hacerlo? No tengo ni idea de coser, ni de dónde ir a comprar lo que me falta, ni cuándo.  Así que de arcoíris, no podía ser un disfraz sencillo como de vaquero o pirata, tenía que ser de arcoíris, que no es complicado ni nada. No sabéis como temo el carnaval porque cada vez el disfraz es más difícil, y más innovador, siguiendo la bonita idea  del  DO IT YOURSELF, que con un niño de once años quiere decir que se espabile tu madre, y yo arrugo el maldito papelito, y corro a llamar a mi madre para que me consuele y me diga que me lo hará ella, porque si no la que vera el Arcoíris seré yo, para poder hacer el maldito disfraz a tiempo. Y eso que hoy había llegado de buen humor...

lunes, 25 de enero de 2016

¡Y yo con estos pelos!

Esta semana me toca pelu, ya no me puedo aguantar más. Cada semana digo lo mismo,  pero de hoy no pasa porque si no tendré que hacerme un moño tipo Sra. Simpson para no verme como una loca. Ya no me queda ni una mecha y suerte que, a pesar de pasar de los 40, no tengo canas, una de las cosas buenas del pelo rubio, porque si no la cosa empeoraría, aunque quien me vea, diría que a peor no puede ir. Mi marido no me entiende, pero sé que vosotras sí, porque una reunión con un pelo bien liso, brillante y con volumen, no es lo mismo cuando tienes que agarrarlo en una cola, la única manera de disimular la necesidad de ir a la peluquería.

Sin embargo, mi peluquera no tiene ni un hueco, y le ruego que me lo busque, pero la veo tan nerviosa, que reflexiono y creo que quizás mejor que no la presione, ¿porque hay algo peor que una peluquera con tijeras en mano y estrés? Si cuando, ya de normal, les dices a tu peluquera quiero que me cortes dos dedos, y siempre son cuatro, imagínate si la peluquera tiene angustia, y prisa, casi ansias de venganza. A la que no te das cuenta: pasas de tener melena a parecer la cantante de Roxette. Así que es mejor no apretar y que me dé cita un día que lo tenga tranquilo,  para que acabe con pelo corto, cuando lo quiero largo, o de color lila, que parece que ahora está de moda. Ya veis,  Una semana más con cola, o moño y pinza, que le vamos a hacer,  mejor eso a un cambio de look inesperado, con el que después tienes que convivir cada día. Más vale esperar, que curar. Por suerte, existen  los sombreros.