jueves, 29 de octubre de 2015

Halloween


Ya llega la fiesta de Halloween. A mí nunca me ha gustado, pero cada vez más esta fiesta americana se impone en nuestras ciudades y en las escuelas, que piden a los padres colaboración para hacer un disfraz de esqueleto, fantasma o bruja. También comprar una calabaza, vaciarla y decorarla, al puro estilo yanqui. 

Esa misma semana tengo cuatro reuniones, un viaje de ida y vuelta a Madrid y no sé de dónde sacar el tiempo para hacer manualidades, que además nunca ha sido lo mío. ¿Y si lo compramos hecho en los chinos? Pienso en voz alta, y oigo la vocecita de mi hijo diciéndome: "mami, no vale, te descuentan puntos si no lo haces en casa". Por tanto, debo encontrar una solución, como siempre, y rápida. Suerte que mi abuela y mi madre todavía tienen arte y les pido por favor que me localicen una sábana vieja y ayuden al peque a hacer un disfraz original  de fantasma, mientras yo voy al mercado, que está al lado de la oficina y le pido a la frutera de confianza una calabaza redonda, no de las largas, para vaciarla cuando llegue de Madrid, y le aviso de que pasaré mi marido a recogerla, porque yo estaré en el AVE volviendo del corto e intenso viaje, soñando con la maldita calabaza, las pepitas y como hacer esos dientes afilados.

El AVE es bastante puntual así que llegare sobre las 23h, y como no tengo ni hambre, podré abrir la calabaza mientras me tomó un vaso de leche para conciliar el sueño ¡porque vengo con los nervios a flor de piel y soñando con la maldita calabaza! Pero mi sorpresa al llegar es que sobre la mesa de la cocina está la sábana blanca con dos agujeros, y la calabaza vacía riendo con una dentadura perfecta, y debajo de la misma una nota de mi hijo donde escribe: “mamá, el disfraz no es original pero los agujeros son míos, y la calabaza la ha vaciado la frutera, ya sabes que es amiga, y con papá hemos hecho los dientes como hemos podido, por tanto los dientes también son  "made in home". Tendremos puntos y tú puedes ya descansar. ¡Buenas noches!”. Me río, y resoplo, porque si ahora tenía que ponerme hacerlo, en vez de una calabaza con cara y dientes, no sé que me hubiera salido, así que agradezco la colaboración de todos, me tomo el vaso de leche con la calabaza de compañera y pienso: “Odio Halloween, pero nos ha hecho trabajar en equipo, y eso es bueno. Mañana más”.


jueves, 15 de octubre de 2015

El tiempo vuela


Me he levantado temprano porque tengo una larga lista de cosas que hacer, a pesar de que sea sábado, y creo que aprovechando el día lo puedo encajar todo, pero las horas vuelan y a mi cada vez me cuesta más coger el ritmo. Estamos ya en octubre y no entiendo que todavía este pendiente el pantalón de deporte para el cole, el forro de algún libro, y el chándal para hacer fútbol extraescolar, que a estas alturas no ha llegado todavía la talla que he pedido. Además me toca ya hacer la compra del mes, y no sé cuando encajarla, porque cada vez me da más pereza, pero a mi marido no le gusta hacerla por internet, así que todavía vamos los dos lista en mano y llenando el carro a tope, y creo que hasta la gente nos mira raro, pero cada uno tiene sus manías.

Me hubiera gustado levantarme más tarde, desayunar en familia, y no tener que ir a toque de silbato,  pero no lo he conseguido todavía ni un día, desde que llegamos de las añoradas vacaciones.

¿Este ritmo infernal es el que me toca toda la temporada otoño-invierno?

Porque no quiero ni pensar que será así todo el curso, porque me plantó ya mismo. Después de cuatro sábados de vida "normal", porque hasta que los niños no van al cole no somos personas normales, me niego en rotundo a seguir así. No sé si comprarme algún libro de autoayuda para la gestión del tiempo, a ver si me enseña a aguantar este comienzo, o encerrarme con el ordenador y hacer un Excel de organización familiar para todo el año. Porque lo que no puede ser es que todavía vaya derrapando, y además no tenga tiempo ni para la pelu, ni la depilación, ni para mirar un triste escaparte de moda otoñal, porque antes va todo lo demás, y aún levantándome a las 8h un sábado, no me da la vida.

Hoy ya es un mensaje de SOS: ¡necesito otras vacaciones, y sólo ha pasado un mes!

Volando, se ha pasado el mes volando.

Y no quiero pensar en cuanto queda para Navidad.


¡Buf!

miércoles, 14 de octubre de 2015

jueves, 8 de octubre de 2015

Cremas y cremitas


Los fines de semana de otoño, que todavía puedes disfrutar de un tiempo sin frío, no hay nada mejor que bajar a la playa con ropa cómoda y de entretiempo a escuchar el mar, a leer, o tan sólo a pensar.

Sin gritos, sin gente.

Este fin de semana lo he hecho, y me he comprado alguna revista femenina para ponerme al día de la moda, de los estilos otoñales y de las novedades cosméticas. Me gusta estar al quite, pero he despertado de repente con horror, porque a partir de los 40 ya perteneces al grupo de las maduritas. Las cremas que te recomiendan son ya otra de gama, debes usar productos que ni siquiera sabías que existían: contorno de ojos, manchas en la piel, aceite hidratante antes de la crema hidratante, quita ojeras y después maquillaje para que tape más las ojeras, serums para todas las partes del cuerpo...

¡Una auténtica locura y el presupuesto de un país pequeño sólo para cuidarte la piel!

Después viene el cuidado del pelo, de la celulitis, de las uñas. Así  que cierro la revista de golpe para hacer reset y repetirme: “todo es publicidad, no hay que preocuparse, con la mitad de lo que te dicen hay suficiente, o quizás menos. Es una exageración para vender”.

Pero cuando subo a casa voy corriendo al baño, no puedo resistirme a acercarme al espejo y mirar esa arruga que me ha salido al ladito del ojo, esa mancha de sol en el brazo, y noto la piel más reseca. Así que abro la revista, cojo papel y lápiz y hago una lista larga, y salgo corriendo a la perfumería a comprar lo esencial, que ya es bastante, porque es cierto que todo es publicidad, pero ahora esa arruga del ojo, la veo y la piel quemada por el sol del verano, también.

Cuando vuelvo cargada de cremas y cremitas, me toca hacer espacio en el baño. Y además me apunto que he de comprar un bolso XXL, porque si debo añadir todo este armamento al bolso XL que uso ahora, no cabemos, ¡pero seguro!

Y eso que prometo que he comprado sólo lo básico, lo esencial.


jueves, 1 de octubre de 2015

La montaña no es lo mío



Hoy no me puedo levantar, el fin de semana ha sido matador, no me siento las piernas, y todo por seguir a mis amigos que decidieron ir de escalada por la montaña, con mochila y todo, porque lo bonito es andar y no estarse quieto, en vez de una cena tranquila para charlar.

Así que para no parecer la aburrida del grupo, y no ser menos, a pesar de que odio las caminatas montañeras (no es lo mío, de verdad) y como no sé decir que no… Voy y me animo a hacer de boy scout el fin de semana. Y además prometiendo no protestar ni una vez.

Pero mientras subo la cuesta me voy acordando de todos, cuando me pincho con esa ortiga en la pierna, porque tiene que tocarme a mí, claro está, ya me digo a mi misma: "¡deberías haber dicho que no!".
Y cuando me quedo la última de la fila y nadie me espera pensando “ya llegará”, les mandaría a todos a tomar viento, pero al final, 45 minutos más tarde que los demás, llego a la cima, casi sin aliento, roja como un tomate, y sudando lo que no está escrito, pero el objetivo está cumplido.

Sentirse bien con uno mismo es lo mejor, y la gran recompensa, porque los demás ya han abierto las mochilas y ya han empezado a hacer el picnic sin pensar que faltaba yo, pero el montañismo es compañerismo, y enseguida me ofrecen agua y sentarme en el gran círculo.

Honestamente pienso que debería haberme quedado en casa leyendo, pero como reto personal, ¡me pongo un 10! Aunque después de refrescarme un poco y comer algo para coger fuerzas, cojo mi mochila para empezar a bajar mientras acaban la comilona porque, aunque la bajada  es más ligera, prefiero no volver a quedarme la última y llegar cuando ya todos hayan cenado...  Cada uno sabe sus límites, y más vale prevenir.

La montaña no es lo mío, pero lo he hecho y sin rechistar, al menos en voz alta, porque si pudieran haber leído mis pensamientos, otro gallo cantaría.


Yo me quedo con reto cumplido, y a otra cosa, mariposa.