Lunes de Pascua, en Cataluña hay
la tradición de comer mona. Es una tradición muy bonita pero también muy
jodida. Ya has empezado la dieta, claro está, porqué sino no llegas al verano
decentemente, y te plantan un pastel con una figura de chocolate enorme, este
año triunfan los Minions y Star wars. La tradición es que el padrino le compra
“La Mona” a su ahijada, y claro, cuanto más grande y bonita mejor. Y tú te
encuentras que después de haber desayunado una fruta y un café, y comido un
espárrago y trocito de pescado pesado, sin aceite ni guarnición, te plantan al
Minion de chocolate tamaño XXL delante… y primero, con fuerza de voluntad dices
que no, que no te apetece, porque no tienes ganas de explicarle a tu cuñada,
que tiene un “tipín”, que tú estás a dieta, que quieres perder unos quilitos, y te sale un “aix, ahora no me
apetece nada, gracias”, y todos se van comiendo el Minion, y los comentarios de
“el chocolate está buenísimo”, y “te va a quedar, porque es enorme” y tu
estómago empieza a sonar y te remueves en la silla para que no lo oigan y bebes
agua, que si llegas a los 2 litros premio, y no engorda…y cuando se marchan
todos, te queda la mitad de la Mona encima de la mesa, y no quieres guardarla
porque sabes que vas a caer, que ese trozo de pantalón de Mike que ha quedado
tiene una pinta brutal…y te lo comes. Y entonces empiezas con las excusas, que
total, un trocito, a ver, el espárrago ya lo tienes en los pies, y tantas calorías
no puede tener este trozo de vaquero… pero ya la has cagado, el trozo te abre
el estómago, que estaba ahí, tímido y triste, y ya sabes que no vas a poder
parar… y te comes casi el Minion entero, y con cargo de conciencia te dices:
bueno, mañana martes, empiezo de cero y no la volveré a cagar.
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