miércoles, 26 de agosto de 2015

Cuando se terminan las vacaciones, llegan los buenos propósitos para el nuevo curso


Exprimo al máximo los días de vacaciones, como un limón. Mi tiempo libre, con mis amigos, con mi familia, sin horarios, sin obligaciones y sí, sin tacones. Todo lo hago en chanclas.

Pero la última semana empiezan las conexiones, al principio son intermitentes… un vago recuerdo de ese mail que dejé por contestar, esos informes que quedaron a medias, la reunión que aplazamos para después de vacaciones que se debe preparar… Ahí están esperando a que vuelva ¡Horror! ¡Pánico! ¡Esto se acaba! Se acaban los baños, se acaban las siestas, se acaban los helados a media tarde, se acaban los gin-tonics con amigos los lunes, los martes, los miércoles….

Es el momento de hacer balance y pensar de nuevo en todo lo que quieres hacer mejor. Un nuevo curso, me pasa lo mismo que cuando empezaba el cole. Estrenaba libretas, libros, estuche…


Y empiezo las listas: más gimnasio (al menos un día más), mejorar el inglés (mi asignatura pendiente), comer más sano, dejar de fumar, beber menos coca-cola zero, reservar tiempo para mí, organizarme mejor, mantener la casa ordenada…. Y afronto septiembre con esas mini ilusiones de conseguir al menos hacer una de las cosas de mi larga lista de “buenos propósitos” para el nuevo curso.

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